lunes, 11 de octubre de 2010

Andrés Neuman


Escritor, poeta y columnista hispano-argentino, nació en Buenos Aires el 28 de enero de 1977. Se lo califica de talento precoz. Con 22 años publicó su primera novela, Bariloche, finalista del Premio Herralde. Sus siguientes obras fueron La vida en las ventanas (Finalista del Premio Primavera), Una vez Argentina y con su novela el viajero del siglo ganó el premio Alfaguara en el 2009 y al año siguiente recibió el Premio de la Crítica que concede la Asociación Española de Críticos Literarios. Es autor de los libros de cuentos El que espera, El último minuto y Alumbramiento. Como poeta ha publicado los poemarios Métodos de la noche (premio Antonio Carvajal), El tobogán (premio Hiperión), La canción del antílope o Mística abajo, así como la colección de haikus Gotas negras y los Sonetos del extraño. Es también autor del libro de aforismos y microensayos El equilibrista (Acantilado, 2005) y de una traducción del Viaje de invierno, de Wilhelm Müller (Acantilado, 2003), del que extrajo cierta inspiración para El viajero del siglo.

En 2007, Andrés Neuman fue seleccionado como uno de los escritores más representativos de la narrativa latinoamericana actual en el marco del evento Bogotá 39

La crítica ha sido positiva con la obra de Neuman, Bolaño se expresaría de él “Ningún buen lector dejará de percibir en sus páginas algo que sólo es dable encontrar en la alta literatura, aquella que escriben los poetas verdaderos, la que osa adentrarse en la oscuridad con los ojos abiertos y que mantiene los ojos abiertos pase lo que pase.”

Sus obras hablan de temas sociales, de la cotidianeidad de las personas, incluye el avance de la tecnología y aborda algunas problemáticas de la región.


En una entrevista que le realizaran, a la pregunta: Para ti un nuevo libro significa enfrentarte a una experiencia totalmente nueva. Neuman, respondería: Y ese libro puede salir mejor o peor, porque uno no es totalmente dueño de los resultados, pero sí de las intenciones. Y la intención es aprender a leer y escribir de nuevo en cada libro. Creo más en la búsqueda que en la fórmula. Muchas veces llamamos "estilo" cuando lo que queremos decir es "repetición". Decimos que un escritor tiene estilo propio cuando escribe siempre el mismo libro. Y yo no sé si eso se llama estilo o conformismo.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Receta para fabricar best sellers criollos


1.Seleccionamos un público objetivo numeroso y vulnerable (en este caso estudiantes, de escuela colegio o universidad, no importa, funciona con cualquiera que este necesitado de buenas notas)
2.Contratamos escritores, no es necesario que sean excelentes, pero si tienen que estar dispuestos a trabajar a la medida, (personajes de acuerdo al target, situaciones ídem, temas de moda y por supuesto el tinte moralista para agradar a las generaciones que desembolsaran el precio)
3.Hacemos la pre venta, es decir, negociamos con los profesores de la patria, para que “sugieran” a los alumnos el material de lectura del ano lectivo, a cambio de puntos.
4.Ponemos los libros en los estantes y nos dedicamos a vender los libros, pre vendidos como pan caliente

Este artificioso sistema de motivación a la lectura que utilizan las editoriales en complicidad con los centros educativos, ha dado lugar a que en los últimos años se cree un espejismo sobre la realidad literaria de nuestro país. Resulta que de buenas a primeras tenemos una generación de escritores best sellers, que entre tantos aplausos y cocteles se olvidan que su supuesto “éxito”, no es más que el producto de la coacción ejercida sobre indefensos estudiantes. Cuán honesto es el reconocimiento con bombos y platillos a estos autores que, siendo francos, han vendido su mediocridad por dinero fácil y cinco minutos de fama; al contrario de lo que sucede con el escritor verdaderamente comprometido con el oficio, cuyas obras por lo regular son ignoradas tanto por los medios como por el gran público.
Al parecer esa es la tendencia del mundo globalizado, estandarizar los conceptos, la moda, la política y hasta la literatura, así que no nos sorprendamos tanto.

Quizá el sistema deja mucho que desear, quizá los maestros podrían recurrir a mejores métodos, es cierto, sin embargo tampoco dejemos de reconocer el lado positivo de este dudoso asunto: el anzuelo de los referentes propios para pescar nuevos lectores funciona. No es raro encontrar chicos de trece o catorce años que hablen con entusiasmo del último libro de María Fernanda Heredia, Alejandro Ribadeneira, Edgar Alan García. Aunque nos pese decirlo, nuestros jóvenes están aprendiendo a leer gracias a iniciativas mercantilistas como esta, es un gran punto a favor en un país que siempre ha carecido de lectores. En fin, nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira.

Bernarda Gui
bernardagui@gmail.com

viernes, 17 de septiembre de 2010

ENRIQUE VILA-MATAS


Enrique Vila-Matas nació en Barcelona en 1948. En 1968 se fue a vivir a París, autoexiliado del gobierno de Franco y buscando mayor libertad creativa.
Se hizo escritor tratando de imitar a otro autor, que consideraba raro "del que no había leído una sola línea pero del que conocía en detalle todas sus rarezas, el polaco Witold Gombrowicz". Cuando finalmente leyó a Gombrowicz "pude advertir que no me parecía en nada a él, y descubrí de paso que había desarrollado una voz propia y singular".
Vila-Matas publicó su primer libro: "La asesina ilustrada" en 1977, desde entonces no ha dejado de escribir quizás porque, según ha dicho él mismo, “escribir es corregir la vida, es la única cosa que nos protege de las heridas y los golpes que da la vida.”
A partir de 1985 empezará a ser reconocido, con su libro Historia abreviada de la literatura portátil. Publica a continuación Una casa para siempre, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos, libros de relatos. Recuerdos inventados es una antología de sus mejores cuentos. Se pasa a continuación al género novelesco con obras como Lejos de Veracruz, Extraña forma de vida, El viaje vertical, Bartleby y compañía y El mal de Montano entre otras. En 1992 había publicado una colección de artículos y ensayos literarios bajo el título de El viajero más lento, a la que siguió en 1995 una segunda entrega, El traje de los domingos. Otras libros que contienen ensayos literarios: Para acabar con los números redondos (1998), Desde la ciudad nerviosa (2000), Extrañas notas de laboratorio (2003, publicado en Venezuela), Aunque no entendamos nada (2003, publicado en Chile), El viento ligero en Parma (2004, publicado en México, reeditado en 2008 en España), Y Pasavento ya no estaba (2008, publicado en Argentina). Sobre su experiencia parisina escribió París no se acaba nunca (Barcelona, 2003). En 2005 aparece Doctor Pasavento que gira en torno al tema de la desaparición y "la dificultad de no ser nadie". Este libro cierra su trilogía metaliteraria sobre las patologías de la escritura (Bartleby, Montano, Pasavento).
En septiembre de 2007 regresa al cuento y publica en Anagrama "Exploradores del abismo". En 2008 publica Dietario voluble, donde se decanta cada vez más por una fórmula que borra las fronteras entre la ficción, el ensayo y la biografía. El libro es un diario literario o especie de guía que permite vislumbrar la arquitectura interna de su obra y que combina las experiencias de lectura, las experiencias de vida, la memoria personal y las ideas literarias de un ensayista. En 2010 ha vuelto a la novela con Dublinesca, que trata de un editor en crisis: "Era un personaje de ficción, con algún punto en común conmigo. Cuando lo convertí en editor ya era una mezcla de muchos editores que he conocido".
Sus obras son mezcla de ensayo, crónica periodística y novela. Su literatura, fragmentaria e irónica, diluye los límites de la ficción y la realidad.
Actualmente es uno de los narradores españoles más elogiados por la crítica nacional e internacional, aunque los premios y el reconocimiento en España le han llegado tardíamente. Sus obras han ganado premios en Venezuela, España, Francia, Chile e Italia.


viernes, 10 de septiembre de 2010

HOMBRE MIRANDO AL SUDESTE



Película de Eliseo Subiela, 1986.

La historia de un paciente de un hospital siquiátrico quien dice venir de otro mundo, con una misión en la tierra la de ayudar a los más necesitados, los excluidos además de estudiar el cerebro humano. Terminará por confundir al médico tratante, quien se involucra con el paciente y con una mujer única persona que lo visitaba.
La película consta de una serie de diálogos magistrales entre el médico y el paciente, donde este último deja sin palabras al médico con sus argumentos poniéndolo en una encrucijada entre la locura y la condición humana y su comportamiento.
¿Cuál es el mejor lugar para decir la verdad?, un hospital siquiátrico, vaya problema. Más aun cuando el paciente resulta ser un hombre brillante que maneja un conocimiento por arriba de cualquier persona, hablamos de música, matemáticas, medicina, física y, un especial poder de convencimiento, muy bien utilizado para poner a todos los internos del hospital a favor suyo y convertirlos en seguidores de su predicamento, se imagina usted, un líder y consejero de un grupo de locos.
El problema puede plantearse de la siguiente manera: quienes son los locos, los que se pierden en su mundo y en la mayoría de casos no le hacen daño a nadie o los que juzgan y condenan al resto a una vida de sufrimiento y penar y qué decir de aquellos que saben que no son felices y aceptan su condición viviendo de una manera invisible para sí mismos.
Que si estaba loco o no se lo deja abierto, aférrese a lo que le dicta su percepción y su manera de pensar.
También se merece destacar la escena de la Sinfonía de Beethoven y el Himno a la Alegría, es conmovedora llena de un gran impulso y sentimiento épico, ganas de pararse y seguir al grupo de internos.
Quizás faltó un poco de calidad en el rodaje y/o en la edición de la película, ahora habrá que preguntar con que presupuesto se contaba, una muestra más que en Latinoamérica se hace buen cine, pero generalmente faltan recursos económicos.
Como epílogo podemos mencionar, los comentarios que K-PAX (2001) es una copia (plagio) de esta película.
Yarquero

jueves, 2 de septiembre de 2010

Jorge Luis Volpi



Nació en Ciudad de México el 10 de julio de 1968, perteneció a la llamada generación del crack.

Ha cultivado principalmente la novela y el ensayo. Su primera producción novelística agrupa A pesar del oscuro silencio (1993), La paz de los sepulcros (1995) y El temperamento melancólico (1996) y las novelas cortas Días de ira (en el volumen Tres bosquejos del mal, 1994), Sanar tu piel amarga (1997) y El juego del Apocalipsis (2000).

Su reconocimiento ha venido, sobre todo, a raíz de la denominada Trilogía del siglo XX. Dicha trilogía comienza con En busca de Klingsor (Seix Barral, 1999) con la cual obtuvo los premios Biblioteca Breve, Deux Océans-Grinzane Cavour, y el de mejor traducción del Instituto Cervantes de Roma en 2002. Esta obra supuso su consagración internacional al ser publicada en veinticinco idiomas. Completó la trilogía con las novelas El fin de la locura (Seix Barral, 2003. En donde habla del mayo francés y de las teorías utópicas de la época) y No será la tierra (Alfaguara, 2006. Esta novela se enmarca en el fin del socialismo y en el proyecto Genoma Humano), recientemente traducida al francés, alemán, griego e inglés.

En 2008 publicó "El jardín devastado", mezcla de memoria, ficción y aforismos.

Además ha cultivado el ensayo con obras como La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968 (1998) y La guerra y las palabras. Una historia intelectual de 1994, donde aborda la Revolución Zapatista. En 2008 publicó diversos ensayos sobre el arte de la novela reunidos en el volumen "Mentiras contagiosas", que en 2009 le valió el Premio Mazatlán al mejor libro del año.

En junio de 2009 le fue concedido el II Premio Debate Casa de América de Ensayo por su libro "El insomnio de Bolívar". En este libro Volpi aborda temas polémicos como la evolución de la democracia, los líderes de la región, el narcotráfico y los asuntos locales que trascienden las fronteras. El jurado que le otorgó el premio en un comunicado menciona que valoró el modo inteligente y seductor de plantear este recorrido desde un trabajo ampliamente documentado, que escapa al tono académico y contribuye, con humor e ironía, a la mejor comprensión de todo el continente.

En agosto de 2009, obtuvo el Premio José Donoso, creado por la Universidad de Talca, en Chile, por el conjunto de su obra.

Se dice que Volpi se interesa más por el fondo que por la forma, su estilo es frío y desinteresado de todo lo que no sea hacer llegar el mensaje. Sus obras están dirigidas a un lector culto, y trasciende en ellas el gusto del autor por la política y el mundo de la ciencia.

En una entrevista publicada en la Revista Quórum, 19, Volpi menciona lo siguiente: “Yo escribo porque empecé a escribir, casi como una anécdota. Un día, cuando estábamos en la preparatoria —teníamos 16 años—, un amigo mío, Eloy Urroz, que también es escritor y miembro de Crack y que ya para entonces escribía poesía, me dijo: ¿por qué no escribimos un cuento? Cada quien el suyo, claro. Lo escribí y descubrí que eso era lo que me gustaba hacer. No creo que en mis inicios haya mucho más que eso.
… hubo un momento en que descubrí que la escritura era esencial en mi vida y que no podría cancelarla, aunque nunca me haya considerado un escritor profesional ni quiera ganarme la vida escribiendo. Yo escribo porque lo necesito y, al mismo tiempo, porque me gusta, me trastorna y no tengo manera de dejar de hacerlo.”

domingo, 29 de agosto de 2010

HUILO RUALES Y SU LENGUAJE FRONDOSO Y FLORIDO




De acuerdo al comentario de Iván Egues, este escritor ibarreño: “se niega a adoptar el lenguaje neutro que impone la globalización”. Después de leer algunos de sus cuentos fechados hace más de una década, así como un par de recientes notas de su autoría publicadas por una revista de alta circulación, puedo dar fe de que es verdad. Los escritos de Huilo Ruales tienen su marca: el lenguaje de barrio setentero trasplantado directamente al papel sin cortes ni censuras. Calca expresiones coloquiales, acuña nuevos términos, y, como si fuera poco, hasta nueva ortografía. ¿Seguridad en su estilo o pereza creativa? Juzgue usted. Lo cierto es que, este rasgo característico de su escritura, a mi modo de ver, implica cierta limitación para aquel lector que no está familiarizado con la jerga popular ecuatoriana, no me refiero únicamente al lector foráneo, sino también a las nuevas generaciones cuyos códigos orales cambian permanentemente. De cualquier manera, no se puede negar que dentro de este estilo, logra un alto grado de expresividad. Construye personajes y situaciones verosímiles que atrapan la atención.

¡Qué risa, todos lloraban! es un cuento humorístico narrado en primera persona por su personaje central: El payaso, un adolescente desgraciado por su incontrolable capacidad para hacer reír. La descripción minuciosa de los seres que rodean a este chistoso incurable es, sencillamente, genial. El lector casi puede palpar los cerdosos cabellos de la Mudadelia o respirar el fresco aliento de la bella Nieves. La narración arranca fácilmente risas y hasta carcajadas a través de cada una de sus páginas. Personalmente, me metí en la historia y la disfruté de principio a fin. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de las notas escritas para la revista Mundo Diners, que empiezan de un modo desenfadado bastante interesante dentro del contexto de la revista, pero, a medida que avanza, el señor Ruales parece extasiarse en su florido argot, haciendo gala de un palabrerío inútil, que pasados algunos párrafos empieza a empalagar.


HUILO RUALES BIOGRAFIA

Huilo Ruales Hualca (1947, Ibarra, Ecuador). Suscitador de grupos y talleres literarios. Narrador y poeta. Ha publicado: Y todo este rollo también a mí me jode (Cuentos, Editorial El Conejo, Ecuador), Loca para loca la loca (Cuentos. Editorial Eskeletra), Fetiche y Fantoche (Cuentos. ediciones PUCE), Historias de la ciudad prohibida (Cuentos. Colección Antares), Maldeojo (Novela, Editorial Parásito, España), Cuentos para niños perversos (Relatos, Ediciones Cuarto creciente).Poesía: El ángel de la gasolina (Editorial Eskeletra). Tres de sus piezas de teatro han sido llevadas a escena: Añicos (Grupo Malahierba, Quito, Ecuador); El que sale al último que apague la luz (Groupe La Piscine, Dunkerke, Francia); Satango (Groupe Cornét a Dés. Toulouse, Francia).

Su novela Maldeojo ha sido traducida al alemán (Editorial Horlemann).

Ha obtenido varios premios entre los que se destacan : Premio hispanoamericano Rodolfo Walsh (1982) Premio Ultimas noticias (1984). Premio Joaquín Gallegos Lara (1987) Premio nacional de literatura Aurelio Espinoza Pólit(1994).

La versión alemana de Maldeojo fue una de las dos obras latinoamericanas seleccionadas para integrar Literatureklub del año 2000 (Colección en lengua alemana de Literatura No-Europea)

Consta en innumerables antologías.

Coordinador de talleres literarios en Francia

Hasta pronto,

Bernarda Gui
bernardagui@gmail.com

jueves, 12 de agosto de 2010

HERRERA UNA VOZ DEL TECNO SURREALISMO



Pedro Herrera pinta con el ratón del ordenador, y obtiene formas psicodélicas en unos casos, o montajes sugerentes en otros

Su estilo se bate entre la contemporaneidad y lo clásico. Su idioma es el píxel, y toda la textura infinita que se puede lograr con este elemento, sumado a temáticas figurativas y otras abstractas de la pintura de siglos anteriores.

Pedro Herrera pinta con el ratón del ordenador, y obtiene formas psicodélicas en unos casos, o montajes sugerentes en otros. Son las dualidades, la comparación, la superposición de objetos, los animales, arquitectura, todo lo que inquiete al artista y que luego de ser fotografiado pasa a su computadora para el proceso creativo. Un cuadro muy logrado es un desnudo femenino que nos muestra en primer plano las inquietantes formas de la vulva, junto a la epidermis llena de rojo vino.

Esta exposición recoge cuatro facetas del trabajo pictórico de Herrera. En ciertos casos las imágenes virtuales, que tienden más al abstracto, simulan al agua en su constante fusión con la tierra y su movimiento de fluidez. “Quiero trabajar sobre el agua para cuestionar a dónde estamos llegando”, afirma.

El color del píxel
El color no está dentro de la máquina, sino que parte de la mancha pintada de manera natural y que es digitalizada en base al original. Es un instrumento más. Para el artista es más sorprendente entrar en el mundo virtual, no trabajar con los pigmentos, sino con el rojo, azul y verde, colores luz que le permitirán mayor expresividad y posibilidades tonales que los pigmentos. Por ende, la impresión tiene que ser controlada para lograr los objetivos. Esta tecnología es revisada con minuciosidad.

El resultado: colores muy luminosos que le dan, muchas veces, vibraciones de cierto modo cibernéticas. Fusiones de colores muy controlados, pero que evocan la civilización y la modernidad digital y su lenguaje binario.

En cuanto a sus temáticas, el artista no quiere caminar por los senderos lógicos, sino en el más oscuro y placentero mundo de los sueños y el subconsciente. “Estoy en lo onírico, en lo subjetivo, porque es otra forma de vida paralela a lo real. Ahí aparecen ciertos símbolos que son decodificados y luego puestos en el cuadro. Somos seres pixelados, y tenemos que entrenar a los ojos para ver estos mundos, estas imágenes; es lo que se viene”, comenta Herrera.

No es un obsesionado por la tecnología, pese a que se le podría tildar de tecno artista. Éste, su proceso, es tan válido como sentarse horas frente a un caballete.

La genética como temática
La información genética es otro tema que lo inquieta. “Hay mucha información que arrastramos a lo largo de los siglos y que se la puede exteriorizar por alguna fobia. Por ejemplo, cráneos que se ven en medio de océanos o desiertos. Es la muerte como cadena que une a las civilizaciones a lo largo de los siglos”. Herrera acabó de exponer en importantes galerías en Estados Unidos y Canadá. Ahora se podrá observar en Quito, cuadros con su particular técnica. (EFU)

jueves, 1 de julio de 2010

EL LIBRO Y LOS ESCRITORES ANSIOSOS


El libro y los escritores ansiosos

Domingo, 27 de Junio de 2010

EDGAR FREIRE RUBIO (*) •

“Hay escritores que se convierten en auténticos neuróticos apenas publican la novela (u otro género) en la que han invertido años de esfuerzo. Quieren llegar al gran público sea como sea, motivo por el que se lanzan a acosar a los jefes de prensa de las editoriales con dos o tres llamadas diarias, mientras acuden a sus amigos periodistas suplicando una reseña y se cuelan de tapadillo en las librerías para recolocar sus libros en los puntos calientes....”

Esto que sucede en España, ¿creen que no acontece en nuestro país, en nuestra ciudad? Si no me creen inquieran a las poquísimas editoriales que existen en nuestro Ecuador (poquísimas, porque casi todas cobran para publicar un libro. ¡Que alcen la mano las que no lo hacen!). O pregunten asimismo a los escasos Libreros que quedan en Quito. Contados escritores se mantienen al margen del ‘marketing’ y no insuflan sus altos egos.¿La Ley de Cultura también irá al ‘limbo’? ¿O será un parto de los montes o una fanesca? ¿Cuánto se habrá gastado en asesores y en el concurso de ciertos proyectos? Como Librero me gustaría saber lo de la Red de Bibliotecas, por ejemplo, y que expongan nombres y apellidos. ¡Esperemos que haya primado la llamada transparencia.

Otra curiosidad: ¿qué está sucediendo con las páginas culturales de nuestros periódicos? En general se van convirtiendo en faranduleras. ¿No miran lo que hace Colombia o Argentina? No pidamos una Babelia o una Ñ. Pero imitemos en alguna proporción ¡qué penoso!

¿Leen las litas de los libros más vendidos? Casi nunca aparece un autor ecuatoriano. ¿Estamos tan inundados de los Larsson, Allende, Pérez Reverter? ¿No será bueno un listín de lo que se difunde de nuestros creadores? ¿O es que nuestras Librerías siguen invisibilizando a nuestro
escritor?

En fin, iré a lo mío: Oswaldo Paz y Miño (colaborador semanal de Artes) no es sólo un compulsivo lector. También hace libros. La UNAP ha puesto a circular Introducción al Derecho. Buena presencia y hechura. Y me imagino que debe ser texto obligatorio de nuestras Universidades. ¡Qué bien!
Marco Proaño Maya es el “santo” de los jubilados y de la “tercera edad”.
Ha luchado para que haya un poco de dignidad en sus pensiones. La vida no tiene edad. Adultos mayores: la globalización de la injusticia, es su bitácora. Yo he leído lo mejor: sus primeras 53 páginas. Con eso me conformo y lo recomiendo.

Jaime Costales Peñaherrera es un privilegiado. Ha podido pergeñar un amoroso libro sobre sus padres, sin caer en la cursilería o el panegírico. Y se vale del género narrativo. Busquen y lean: Guárdame en la memoria del agua. ¡No les va a defraudar! Y como es una familia que ha heredado los genes del padre (Alfredo Costales), su hija Marcela va con la biografía. Rosa Campusano y La Ñata Gamarra; Mujeres patriotas y precursoras de la libertad y Memorial de la ciudad de los espejos.

Campaña triunfal de ‘Manuela Libertadora’. ¿Qué tal? Lo penoso es que estos libros se regalan. O sea,...

Sigue ampliándose la Colección Fotografía del siglo XX. Va por el número 6: José Paredes. Imágenes. Ambato. Un atinado testimonio gráfico de lo que fue y es esta bella ciudad. Este libro sí se vende, por si acaso. ¡Congratulaciones!

Y no sólo libros y revistas llegan a manos del Librero. Patricio Robalino rompe esquemas y llega a Sur Libros con un DVD sobre la ‘Diablada Pillareña’ 2010 (8 horas de duración en donde resume 6 días de fiesta) y un CD de ‘Coplas Carnavaleras 2010’. Patricio es el mentor del Grupo Musical ‘Huasipungo’ (más de 31 años de vida). Lo esencial es su dignidad. Todavía no se han vendido al poder para subsistir. Y eso ya es bastante. ¿O, no? (¡Cuántos amigos (tenía) que hoy viven del “ogro filantrópico” del que tanto denostaban!).

Ulises Estrella sigue con su pasión (su otra pasión, más bien): la Quitología. Y están armadas las nuevas mesas redondas. Ya arrancó en mayo y culminará en septiembre. Los temas son variados. Va desde lo arquitectónico, lo patrimonial, la artesanía hasta el turismo.

Dicen que la Quinta Maratón del Cuento fue un éxito. Hay que pedir a Leonor Bravo que alguna vez venga al ‘Sur’ y reedite esta gran idea. Pero a tiempo completo. Por aquí hay miles y miles de niños que son terreno fértil (“el Sur también existe”, como dirían Benedetti y Serrat).

Gescultura se afincó en mi barrio (San Roque). Andan comprometiendo a su gente a querer más a esta barriada. A defenderla de la ‘modernidad’ implacable que cultiva desmemoriados. Son entrañables sus ‘sesiones’ con heladeros, canillitas, artesanos, tenderos. Y publican un periódico: Guardianes del patrimonio. Ocho páginas que reconfortan y animan. ¡Felicitaciones!

Lo mismo hace, pero con otra línea editorial, Revista Q. Se nota la mano de Luis Dávila. Son 20 mil ejemplares que se reparten gratuitamente.
¡Muy bien! Puntual llega América Latina en movimiento. La No. 455 tiene como tema central ‘La integración en clave de comunicación’. Siguen amenas Mundo Diners y Gestión.

Raúl Serrano lleva la batuta de la revista KIPUS y lo hace acertadamente pues la No. 25 se lee de cabo a rabo. Me alegra que María Helena Barrera se una a este valioso grupo de colaboradores (muy rico lo de Aguilera Malta).

¿Se puede leer poesía en un bus? El animal de la costumbre de Vicente Robalino me ha abstraído de tanta bullanga de vendedores y ‘bachatas’. Su poesía es coherente con su vida: sencilla y sabia. Es conmovedora su austeridad, y tan legible, sin rodeos y laberintos. ¡Gracias, buen amigo! Aquí bajo el telón de junio y ya veremos qué nuevos libros llegan a Sur
Libros.

Recomendación: Nuestros periodistas (y el Librero, por supuesto) deberíamos dedicar a la Asamblea Nacional, al Gobierno y sus adláteres la canción ‘Algo personal’ del condecorado Joan Manuel Serrat. Amén...

Tome nota
Teléfono de Sur Libros
02 290 85 17

*Librero de Sur Libros

jueves, 24 de junio de 2010

PARA LEER: EL EVANGELIO SEGÚN JESUCRISTO PDF


http://www.librosgratisweb.com/pdf/saramago-jose/el-evangelio-segun-jesucristo.pdf

José Saramago


Tomada de la edición impresa del telégrafo del19 de junio del 2010
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La muerte dejó su intermitencia para J. Saramago
José Saramago. | FOTO: AP

FOTO: AP

José Saramago.
Cecilia Ansaldo
Crítica y catedrática

Un José Saramago más humano
Tengo en la memoria más al Saramago ser humano, que al Saramago escritor. Tal vez esto ocurre porque no conozco lo suficiente su obra como para que se imponga su voz elaborada (la creación literaria es un artificio, digan lo que digan los apasionados) sobre el discurso lento, cuidadoso, impregnado de los acentos de portugués, con que habló en su visita a Guayaquil, allá por el 2004. Un auditorio lleno lo acogió, bebió sus palabras. El contraste con las palabras gastadas y desbordantes con que una autoridad guayaquileña lo elogió, fue gigantesco.

Ahora que muere, vale reparar precisamente en los contrastes entre su exterior sereno, apacible y su vigorosa narrativa. Porque sus novelas trasuntan una pasión por la condición humana que lo llevó a mostrarla sin concesiones. Entiendo que esa fidelidad a nuestra hechura de personas, lo llevó a imaginar un Cristo tan humanizado como cualquiera de nosotros. Y decir persona supone aceptar debilidad, caída, muerte. El Cristo Dios, inmutable ante el pecado, no le interesó a Saramago.

Aunque fue una voz iluminadora de las oscuridades contemporáneas, -“un comunista que porque sabía lo que esto significaba no lo era” dejó entrever Omar Ospina, la ocasión de su
visita -, y muchos hechos mundiales fueron refrendados por su testimonio, su auténtico legado queda en la literatura. Otro grande que supo que el lenguaje de la imaginación es el lenguaje total. Resalto su descarnada novela Ensayo sobre la ceguera, donde nos muestra que el dolor y la reducción, en lugar de hacernos solidarios entre nosotros, nos puede tornar más egoístas y destructores.

El premio Nobel luso falleció ayer, a los 87 años. Deja un legado literario lleno de lucidez, denuncias políticas, religiosas y sociales

Agencias

Ayer, la página web de la fundación José Saramago publicó un triste mensaje para el mundo de la literatura. “Hoy viernes 18 de junio, José Saramago ha fallecido a las 12:30 horas en su domicilio de Lanzarote, a los 87 años de edad, a consecuencia de un fallo multiorgánico después de una larga enfermedad. El escritor murió acompañado de su familia, despidiéndose de una forma serena y plácida”, decía en el sitio.

Como hongos, mensajes de los admiradores de la obra del escritor portugués -que recibió el premio Nobel en 1998- empezaron a brotar en las redes sociales de Internet. En Facebook, la más popular, se vieron frases de pesar como “la ausencia de Saramago nos duele” o “qué honda tristeza”. Los agradecimientos tampoco faltaron, desde simples “gracias” hasta comentarios más extensos como “mis rosas para mi apreciadísimo José Saramago”, que escribió una guayaquileña y acompañó el 'post' con la foto de unas rosas rojas.

Supo aunar su vocación de escritor con su faceta de hombre comprometido que nunca cesó de denunciar...


Las reflexiones del autor, que nació 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga (Portugal), también fueron parte de la orden del día. El diario español ADN, por ejemplo, publicó una recopilación de algunas de sus opiniones. Ahí se recordaban cosas que el escritor -que ganó popularidad en Ecuador sobre todo con su novela Ensayo sobre la ceguera- dijo sobre temas como el capitalismo, la felicidad o el infierno. “El mundo es la sede del infierno: millones de personas nacen para sufrir y no interesan a nadie” y “Para mí lo obsceno no es la pornografía, lo obsceno es que la gente se muera de hambre” fueron dos de las oraciones que el rotativo ibérico escogió, de entre el basto repertorio de los filosos pensamientos del portugués.

Las atenciones no podían ser menos para el literato contemporáneo más reconocido de la lengua lusa. Ese escritor, que empezó a darse a conocer recién a los 60 años, cuando publicó Memorial del convento, la novela que, según ha contado Pilar del Río -su esposa y traductora- en más de una ocasión propició su relación amorosa.

Un escritor comprometido
Creador de uno de los universos literarios más personales y sólidos del siglo XX, José Saramago supo aunar su vocación de escritor con su faceta de hombre comprometido que nunca cesó de denunciar las injusticias que veía a su alrededor o de pronunciarse sobre los conflictos políticos de su tiempo.

"Saramago vive como escribe, tan lúcido e íntegro en sus libros como en los días de su vida", dijo en una ocasión la novelista colombiana Laura Restrepo al resumir "la clara impronta de humanidad" que emanaba de la figura y de la obra del novelista.

Persona de firmes convicciones, capaz de "estar al lado de los que sufren y en contra de los que hacen sufrir"; "hombre de una sola palabra, de una sola pieza", como lo definió Pilar del Río, cuando le dieron el Nobel. Saramago reconocía siempre que él no tenía poder para cambiar el mundo, pero sí para decir que era necesario cambiarlo.

También incitó a otros para reaccionar ante el mal funcionamiento de la sociedad, cuando viajaba por los cinco continentes. Invitaba “a indignarse, a no quedarse en esa especie de inercia de rebaño que caracteriza al hombre actual”. “Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos”, aseguró el autor, en junio de 2007, en unas jornadas de la Fundación Santillana.

Dios y la religión
Uno de los aspectos más conocidos del Nobel fue su ateísmo, recio y provocador. Entre sus pleitos oficiales con la Iglesia Católica está el que ocurrió en 1991, cuando publicó la novela El Evangelio según Jesucristo. El texto fue criticado por El Vaticano y objeto de un polémico veto en 1992, cuando se retiró de la lista de candidatas al Premio Literario Europeo para el que había sido seleccionada por un jurado del Pen Club de Portugal y la Asociación de Críticos Portugueses.

Sus ideas sobre la religión se fueron diseminando a lo largo de la mayoría de sus obras. En la última novela que publicó, Caín, se enfocó una vez más exclusivamente en el tema. Saramago contó, con su peculiar estilo gramatical (de párrafos largos y poco respeto a las reglas ortográficas), la historia del primer fratricida. Cuestionó las decisiones divinas y planteó un álgido debate entre Dios y el asesino de Abel, repartiendo la culpa del asesinato entre los dos. “Él, que todo lo sabe, podría haber evitado eso”, declaró el luso en la presentación de su libro, en 2009.

Reacciones
Para la intelectualidad mundial, el fallecimiento tampoco pasó desapercibido. El escritor colombiano Álvaro Mutis declaró que sentía una tristeza “tremenda” por la muerte del autor de El viaje del elefante (2008), “un hombre muy gentil”, que se condujo con rigor “en todos los actos de su vida”. “Lo admiré mucho siempre, porque tenía una mezcla de rigor muy bien colocada en todos los actos de su vida y al mismo tiempo era un hombre muy gentil”, dijo.

Los reyes de España enviaron un telegrama a Pilar del Río, en el que expresaron su pesar por el fallecimiento de este "extraordinario escritor y profundamente vinculado a España", informaron fuentes de la Casa del Rey.

Para el poeta chileno Gonzalo Rojas, Saramago era un escritor de gran coraje y dignidad. “Tenía mucha gracia, que convirtió en libertad para expresar, con valentía, la realidad”, expresó.

En Ecuador, el escritor Abdón Ubidia opinó que “su éxito con los lectores pienso se debe a que trabajó sus historias como si fueran cuentos muy largos, con un estilo directo, claro y con imágenes de gran color”. Además, dijo que muchos coinciden en la calidad literaria de su obra, “incluso los críticos opuestos ideológicamente como Harold Bloom o Humberto Eco, que son conservadores”.

Ubidia, que también es editor de la firma El Conejo, explicó que sus creaciones “estaban comprometidas con las causas sociales, por ello el uso de metáforas donde se refleja esa decadencia del mundo capitalista, como en Ensayo sobre la ceguera”. Sin embargo, destacó también Ubidia, “a pesar de la profundidad de su discurso, no se hace difícil de leer para la gente”.

Los restos mortales de José Saramago serán incinerados en Portugal. Una parte de sus cenizas se depositarán en su pueblo natal, Azinhaga, y otra parte se enterrará junto a un olivo de su casa de Lanzarote, informaron a fuentes familiares. El cuerpo sin vida del escritor se trasladará hoy a Portugal y saldrá previsiblemente de Lanzarote hacia las 10:00 hora de Portugal.

Ministros y otros representantes de la cultura de los países luso-parlantes Angola, Brasil, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Portugal, Mozambique, San Tomé y Príncipe y Timor-Oriental dedicaron ayer en las afueras de Lisboa un minuto de silencio.

Pablo Fiallos

miércoles, 19 de mayo de 2010

Como empecé a escribir


En una de sus visitas a Venezuela, Gabriel García Márquez pronunció un discurso que más tarde fue divulgado en el periódico ‘El Espectador’, de Bogotá, Colombia. El entonces futuro Premio Nobel exponía las razones que lo llevaron a convertirse en un escritor de oficio. Por su indudable valor histórico, ‘Artes’ reproduce el texto del mismo.

Primero que todo, perdóneme que hable sentado, pero la verdad es que si me levanto corro el riesgo de caerme de miedo. De veras. Yo siempre creí que los cinco minutos más terribles de mi vida me tocaría pasarlos en un avión y delante de 20 a 30 personas, no delante de 200 amigos como ahora.
Afortunadamente, lo que me sucede en este momento me permite empezar a hablar de mi literatura, ya que estaba pensando que yo comencé a ser escritor en la misma forma que me subí a este estrado: a la fuerza.

Confieso que hice todo lo posible por no asistir a esta asamblea: traté de enfermarme, busqué que me diera una pulmonía, fui a donde el peluquero con la esperanza de que me degollara y, por último, se me ocurrió la idea de venir sin saco y sin corbata para que no me permitieran entrar en una reunión tan formal como esta, pero olvidaba que estaba en Venezuela, en donde a todas partes se puede ir en camisa. Resultado: que aquí estoy y no sé por dónde empezar. Pero les puedo contar, por ejemplo, cómo comencé a escribir.

A mí nunca se me había ocurrido que pudiera ser escritor pero, en mis tiempos de estudiante, Eduardo Zalamea Borda, director del suplemento literario de ‘El Espectador’ de Bogotá, publicó una nota donde decía que las nuevas generaciones de escritores no ofrecían nada, que no se veía por ninguna parte un nuevo cuentista ni un nuevo novelista. Y concluía afirmando que a él se le reprochaba porque en su periódico no publicaba sino firmas muy conocidas de escritores viejos, y nada de jóvenes en cambio, cuando la verdad —dijo— es que no hay jóvenes que escriban.

A mí me salió entonces un sentimiento de solidaridad para con mis compañeros de generación y resolví escribir un cuento, no más por taparle la boca a Eduardo Zalamea Borda, que era mi gran amigo, o al menos que después llegó a ser mi gran amigo. Me senté y escribí el cuento, lo mandé a ‘El Espectador’. El segundo susto lo obtuve el domingo siguiente cuando abrí el periódico y a toda página estaba mi cuento con una nota donde Eduardo Zalamea Borda reconocía que se había equivocado, porque evidentemente con “ese cuento surgía el genio de la literatura colombiana” o algo parecido.

Esta vez sí que me enfermé y me dije: ¡En qué lío me he metido!” ¿Y ahora qué hago para no hacer quedar mal a Eduardo Zalamea Borda?” Seguir escribiendo, era la respuesta. Siempre tenía frente a mí el problema de los temas: estaba obligado a buscarme el cuento para poderlo escribir.

Y esto me permite decirles una cosa que compruebo ahora, después de haber publicado cinco libros: el oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica. La facilidad con que yo me senté a escribir aquel cuento una tarde no puede compararse con el trabajo que me cuesta ahora escribir una página. En cuanto a mi método de trabajo, es bastante coherente con esto que les estoy diciendo. Nunca sé cuánto voy a poder escribir ni qué voy a escribir.

Espero que se me ocurra algo y, cuando se me ocurre una idea que juzgo buena para escribirla, me pongo a darle vueltas en la cabeza y dejo que se vaya madurando. Cuando la tenga terminada (y a veces pasan muchos años, como en el caso de ‘Cien años de soledad’ que pasé 19 años pensándola), cuando la tengo terminada repito, entonces me siento a escribirla y ahí empieza la parte más difícil y la que más me aburre. Porque lo más delicioso de la historia es concebirla, irla redondeando, dándole vueltas y revueltas, de manera que a la hora de sentarse a escribirla ya no le interesa a uno mucho, o al menos a mí no me interesa mucho.

La idea que le da vueltas
Les voy a contar, por ejemplo, la idea que me está dando vueltas en la cabeza hace ya varios años y sospecho que la tengo ya bastante redonda. Se las cuento ahora, porque seguramente cuando la escriba, no sé cuándo, ustedes la van a encontrar completamente distinta y podrán observar en qué forma evolucionó.

Imagínense un pueblo muy pequeño donde hay una señora vieja que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija menor de 14. Está sirviéndoles el desayuno a sus hijos y se le advierte una expresión muy preocupada. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella responde: No sé, pero he amanecido con el pensamiento de que algo muy grave va a suceder en este pueblo”.

Ellos se ríen de ella, dicen que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan. El hijo se va a jugar billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el adversario le dice: “Te apuesto un peso a que no la haces”. Todos se ríen, él se ríe, tira la carambola y no la hace. Paga un peso y le preguntan: ¿Pero qué pasó, si era una carambola tan sencilla? Dice: “Es cierto, pero me ha quedado la preocupación de una cosa que me dijo mi mamá esta mañana sobre algo grave que va a suceder en este pueblo”.

Todos se ríen de él y el que se ha ganado el peso regresa a su casa, donde está su mamá y una prima o una nieta o en fin, cualquier parienta. Feliz con su peso dice: “Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla, porque es un tonto”. “¿Y por qué es un tonto?”. Dice: “Hombre, porque no pudo hacer una carambola sencillísima estorbado por la preocupación de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo”.

Entonces le dice la mamá: “No te burles de los presentimientos de los viejos, porque a veces salen”. La parienta lo oye y va a comprar carne. Ella dice al carnicero: “véndame una libra de carne” y, en el momento en que está cortando, agrega: “Mejor véndame dos porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado”. El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar una libra de carne, le dice: “Lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se está preparando, y andan comprando cosas”.

Entonces la vieja responde: “Tengo varios hijos, mire, mejor deme cuatro libras”. Se lleva cuatro libras y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, hace calor como siempre. Alguien dice: “¿Se han dado cuenta del calor que está haciendo?”. “Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor”. Tanto calor que es un pueblo donde todos los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos. “Sin embargo —dice uno— nunca a esta hora ha hecho tanto calor”, “sí, pero no tanto calor como ahora”. Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz: “hay un pajarito en la plaza”. Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.

“Pero, señores, siempre ha habido pajaritos que bajan”. “Sí, pero nunca a esta hora”. Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo. “Yo sí soy muy macho —grita uno— yo me voy”. Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde está el pobre pueblo viéndolo. Hasta el momento en que dicen: “Si este se atreve a irse, pues nosotros también nos vamos”, y empiezan a desmantelar literalmente al pueblo.

Se llevan las cosas, los animales, todo. Y uno de los últimos que abandona el pueblo dice: “Que no venga la desgracia a caer sobre todo lo que queda de nuestra casa” y entonces incendia la casa y otros incendian otras casas. Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio clamando: “Yo lo dije, que algo muy grave iba a pasar y me dijeron que estaba loca”.

El dato
En 1947 Gabriel García Márquez publicó su primer cuento en el diario bogotano ‘El Espectador’.

sábado, 8 de mayo de 2010

Los detectives salvajes: comentario


Por supuesto que esperaba con expectativa, el momento de leer al nuevo monstruo sagrado de la literatura. Eran demasiados los comentarios elogiosos, las notas en la prensa, los reportajes, de modo que ya resultaba una omisión vergonzosa no haber leído a Roberto Bolaño. En primer lugar, al echar un vistazo en las librerías, era evidente que todos las obras que llevaban el famoso nombre costaban poco más que sus pares. La publicidad cuesta, me dije, y eso mismo me causó cierta sospecha de que tanta espuma fuera sólo un efecto del marketing. De cualquier manera me decidí por Los detectives salvajes.

Como novata en las letras, debo decir que me enganchó desde el principio, porque justamente es la historia de unos cuantos aspirantes a escritores en el pantanoso mundo de la literatura. Es inevitable no reconocer a los personajes en los entornos cercanos, que al parecer, son los mismos en todas partes. Es decir, los idealistas que empiezan, los que se van quedando en el camino aunque el talento les sobre, y los que logran brillar. El autor inyecta fuertes dosis de sexo y viajes para fortalecer el relato, que de otro modo resultaría demasiado largo. En todo caso es un acierto, igual que la cantidad de voces narradoras. Sin embargo confesaré que pasaba más de la mitad del libro y no llegaba a convencerme del todo. Inesperadamente en los últimos capítulos todo lo anterior empieza a tomar forma, de modo que abre el camino para cerrar la obra con un remate espectacular.

Si Roberto Bolaño merece o no toda la fama que póstumamente está cosechando, no lo puedo decir," Los detectives salvajes" no es un gran argumento, que eso quede claro, el mérito está en la riqueza narrativa del autor, en el arriesgado despliegue de voces, en la estructura de la historia y hasta cierto punto en el manejo de la ambigüedad. Bolaño abandona exitosamente los viejos patrones y eso me resulta digno de elogio.

Bernarda Gui
bernardagui@gmail.com

Roberto Bolaño- Biografía



Roberto Bolaño pasó su infancia en ciudades como Los Ángeles, Valparaíso, Quilpué, Viña del Mar y Cauquenes. Fue un escolar con problemas de dislexia. A los trece años se trasladó con su familia a México. Durante su adolescencia fue un asiduo visitante de la biblioteca pública de la Ciudad de México.
En 1973 regresó a Chile con el propósito de apoyar el proceso de reformas socialistas de Salvador Allende. Tras un largo viaje en autobús y barco (atravesando prácticamente toda América Latina) llegó a Chile pocos días antes del golpe de estado del 11 de septiembre, y se unió a grupos de revolucionarios trotskistas. Al poco tiempo fue detenido cerca de Concepción, y fue liberado luego de ocho días debido a la ayuda de un antiguo compañero de estudios en Cauquenes que se encontraba entre los policías que debían custodiarlo y podría haber originado su cuento Detectives, publicado en Llamadas telefónicas.

El infrarrealismo

Meses después regresa a México, donde junto al poeta Mario Santiago Papasquiaro (quien serviría de modelo para Ulises Lima en Los detectives salvajes) fundó el movimiento poético infrarrealista, que, surgido a partir de reuniones y tertulias en el Café La Habana de la calle Bucareli, se opuso radicalmente a los poderes dominantes en la y al establishment literario mexicano, que tenía a Octavio Paz como su figura preponderante.
El movimiento infrarrealista tuvo como guías la ruptura con lo oficial y establecerse como vanguardia. Si bien se agruparon bajo el apelativo de infrarrealistas alrededor de quince poetas, Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro fueron los exponentes estilísticamente más sólidos, destacando ambos por una poesía cotidiana, disonante y con varios elementos dadaístas, género que Santiago cultivó hasta el final de su vida pero que Bolaño fue abandonando poco a poco por la prosa, aunque él mismo nunca dejó de reconocerse a sí mismo como poeta.
Respecto a su relación con este movimiento, comentó el escritor Juan Villoro "Se podría sostener que el infrarrealismo lo determinó como escritor de la misma forma que el alejamiento de la corriente le permitió iniciar su carrera como novelista. México para él fue central, porque lo determinó como escritor (...) el México nocturno, el México de las calles, del habla cotidiana, de un destino quebrado y a veces trágico y el humor lo cautivaron. No es casualidad que sus dos novelas más grandes las haya centrado en México, Los detectives salvajes y 2666."
Europa
En 1998 Bolaño ganó el Premio Herralde de Novela gracias su obra Los detectives salvajes, por la que también obtuvo el Premio Rómulo Gallegos[3] en 1999. Sobre esta novela, Enrique Vila-Matas escribió: "Los detectives salvajes —vista así— sería una grieta que abre brechas por las que habrán de circular nuevas corrientes literarias del próximo milenio. Los detectives salvajes es, por otra parte, mi propia brecha; es una novela que me ha obligado a replantearme aspectos de mi propia narrativa. Y es también una novela que me ha infundido ánimos para continuar escribiendo, incluso para rescatar lo mejor que había en mí cuando empecé a escribir."
En 2004, un año después de su muerte, Bolaño obtuvo el Premio Salambó a la mejor novela escrita en español, por 2666. El jurado destacó el nivel y diversidad de los cinco finalistas, todos ellos «libros nobles, respetables y muy notables, (..) el resumen de una obra de mucho peso, donde se decanta lo mejor de la narrativa de Roberto Bolaño (...) que supone un gran riesgo y lleva al extremo el lenguaje literario de su autor».
Emigró a España, concretamente a Cataluña, donde ya vivía su madre. Allí desempeñó diversos oficios como vendimiador en verano, vigilante nocturno de un camping en Castelldefels o vendedor en un almacén de barrio, para más tarde dedicarse por completo a la literatura. Bolaño falleció el martes 15 de julio de 2003 en el hospital Valle de Hebrón de Barcelona tras pasar diez días en coma como consecuencia de una insuficiencia hepática. Dejó inconclusa la novela 2666, en la cual llevó al extremo su capacidad fabuladora, esta vez en torno a un personaje que retoma la figura del escritor desaparecido, en este caso, Benno von Archimboldi.
Tras su muerte, la obra de Bolaño ha conocido una consagración notable, no sólo en el mundo de habla hispana sino también en Estados Unidos, donde Los detectives salvajes estuvo en la lista de los 10 mejores libros del año de algunos de los más prestigiosos medios, como son el The New Yorker, Slate, Bookforum y muchos más.[5]

Obras

Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce (1984), novela, coautor con Antoni García Porta.
La pista de hielo (1993), novela.
La literatura nazi en América (1996), novela.
Estrella distante (1996), novela corta. PDF
Llamadas telefónicas (1997), cuentos.
Sensini (1997).
Los detectives salvajes (1998), novela.
Amuleto (1999), novela corta. PDF
Monsieur Pain (1999), novela.
Nocturno de Chile (2000), novela corta.
Tres (2000), poesía.
Los perros románticos. Poemas 1980-1998 (2000), poesía.
Putas asesinas (2001), cuentos. PDF
Amberes (2002), novela.
Una novelita lumpen (2002), novela corta.
El gaucho insufrible (2003), cuentos.
Entre paréntesis (2004), ensayos, artículos, discursos y entrevistas.
2666 (2004), novela (póstuma).
La universidad desconocida (2007), poesía (póstuma)
El secreto del mal (2007), cuentos (póstuma)
El Tercer Reich (2010), novela (póstuma)
Premios
Premio del Círculo de Críticos Nacional del Libro o en inglés el National Book Critics Circle Award.
Premio Fundación Lara.
Premio Ciudad de Barcelona.
Premio Salambó.
Premio Fundación Lara.
Premio Altazor.
Premio Municipal de Santiago de Chile.
Por Llamadas telefónicas:
Premio Ámbito Literario de Narrativa.
Por La pista de hielo:
Premio Municipal de Santiago de Chile.
Por Los detectives salvajes:
Premio Herralde de Novela.
Premio Rómulo Gallegos.

viernes, 23 de abril de 2010

El nuevo ‘milagro’ del Cristo de Elqui



Tomado de El Telégrafo

El escritor chileno Hernán Rivera Letelier, ganador del premio Alfaguara, trabajó como minero en el norte de Chile.
Datos

Premio Alfaguara
2009: Andrés Neuman, argentino.

2008: Antonio Orlando Rodríguez, cubano.

2007: Luis Leante, español.

2006: Santiago Roncagliolo, peruano.

2005: Graciela Montes y Ema Wolf, argentinas.

2004: Laura Restrepo, colombiano.

2003: Xavier Velasco, mexicano.

Hernán Rivera ganó el premio Alfaguara con una novela sobre una suerte de Mesías chileno

Redacción y Agencias

“¡Gloria al Santo Padre!”, fue lo primero que exclamó el escritor chileno Hernán Rivera Letelier al enterarse, el pasado lunes, de que su obra El arte de la resurrección fue escogida entre las 539 candidatas al Premio Alfaguara de Novela.

“Lo primero que se me vino a la mente fue que el Cristito empezó de nuevo con los milagros, porque es una novela sobre el Cristo de Elqui y el tipo ya está haciendo milagros de nuevo”, declaró Rivera en entrevista telefónica desde su casa en Antofagasta, en el norte de Chile.

Este galardonado autor se considera hijo de los escritores del ‘Boom’ y nunca ha renegado de ellos...


La obra galardonada en la XIII edición de este premio, que está dotado con 175.000 dólares, narra las andanzas del llamado ‘Cristo de Elqui’, una suerte de Mesías chileno llamado Domingo Zárate Vega, que en la década de los años 50 recorrió el Valle de Elqui, la tierra natal de Gabriela Mistral.

“Lo tomaban por loco y era semianalfabeto, pero dejaba a todos fascinados con sus sermones”, explicó este escritor a quien, según dice él mismo, basta con mirarle a la cara para saber que no es un intelectual: “Tengo cara de boxeador en decadencia. Viví 45 años en el desierto, de los que fui explotado como un obrero durante treinta, por lo que si alguien puede contar cómo es el desierto desde dentro, ese soy yo”.

Esta no es la primera vez que este iluminado personaje se pasea por la literatura chilena. Ya lo hizo Rivera Letelier en Los trenes se van al purgatorio, donde lo convirtió en uno de los viajeros del “Longino”, un legendario convoy de la pampa, y también el poeta Nicanor Parra, que entre 1977 y 1981 publicó Sermones del Cristo de Elqui.

En la novela de Rivera Letelier hay también una de esas prostitutas que tanto le gustan al escritor y que con frecuencia convierte en protagonista de sus libros. “Me llaman el escritor de las putas”, dijo durante una conferencia telefónica tras enterarse de que había ganado.

Sea milagro o no lo del galardón, el autor de La reina Isabel cantaba rancheras admite que ha tenido “mucha suerte con los premios”, lo cual supone una doble gratificación para alguien que comenzó a escribir a los 21 años por hambre, según su propio testimonio.

“Los premios literarios trastocan un poco la carrera de un escritor, pero los premios no quitan ni ponen nada, o sea, si un escritor es malo, va a ser malo, y si es bueno va a ser bueno con premios o sin ellos”, comentó jocosamente.

Uno de los primeros reconocimientos que obtuvo, recordó, le sirvió para amansar a su estómago. Tendido en una playa, y con las tripas vacías, escuchó en una radio robada por un amigo que convocaban un concurso de poesía cuyo primer premio era una cena en un hotel de lujo. Escribió un poema de amor de cuatro páginas, con el que ganó el certamen.

Rivera Letelier nació en 1950 en Talca, la capital de la región del Maule y una de las ciudades más castigadas por el terremoto del pasado 27 de febrero, pero desde temprana edad se marchó a trabajar como minero en las salitreras del norte del país, escenario de la mayoría de sus novelas.

Su padre era un pastor evangélico y él lo acompañó muchas veces cuando iba a dar sus sermones. “Mi viejo era analfabeto, pero cuando se ponía a predicar era cosa seria; cuando hablaba, las piedras lloraban”, explicó el escritor chileno.

Este galardonado autor se considera “hijo” de los escritores del 'Boom' y nunca ha renegado de ellos. En la novela ganadora mezcla la crónica histórica y social con poderosos elementos del realismo mágico, y su fuerza está en sus personajes, sobre todo en el Cristo, que recuerda a otros de Valle Inclán, García Márquez o Vargas Llosa.

“Yo aspiro a tomar lo maravilloso de García Márquez, lo mágico de Juan Rulfo, lo lúdico de Cortázar y la sabiduría de Borges”, dijo el ganador del Alfaguara, cuya novela está situada en los años treinta y cuarenta, “pero hay cosas que parecen de la época actual”.

Hoy Rivera trabaja en un nuevo texto, del que prefiere no dar detalles porque es “supersticioso”.

martes, 13 de abril de 2010

Roberto Bolaño: inédito y final

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Esta entrevista permaneció guardada durante años en una grabadora y un archivo computacional, esperando su momento. El encuentro tuvo lugar en Santiago cinco años antes de la muerte del escritor. Roberto Bolaño todavía sorprende con distintas revelaciones y desliza juicios que a veces mantuvo y a veces rectificó. Nunca se terminará de conocer al autor de Los detectives salvajes.

por René Gajardo Godoy

Se iba a llamar En bajo relieve y era una revista literaria que proyectamos cuando estábamos en la universidad. Nunca salió, por los consabidos problemas de financiamiento, pero quedó esta entrevista. La gestionó Planeta en los días en que Roberto Bolaño vino a Chile como jurado del concurso de cuentos Paula y a presentar su novela La pista de hielo.

No recuerdo con exactitud el día del mes de noviembre de 1998, pero sí la hora: 11 en punto de la mañana. Un departamento en el edificio de Eliodoro Yáñez con Providencia. Abre la puerta Carolina, la mujer del escritor, y nos dice (con esa voz áspera, típica de los fumadores empedernidos) que nos sentemos, que Roberto ya viene. No bien aparece Bolaño y nos saluda, me llaman la atención tres cosas. La primera: Bolaño viste de riguroso negro y está descalzo. La segunda: Bolaño ya tiene encendido el primer cigarrillo de los ocho que se fumará durante la entrevista. Y la tercera: Bolaño me parece, si no más bajo, mucho más delgado de lo que aparenta en las fotografías. Se ve frágil y pienso en que quienes no lo han leído dificilmente reconocerían al escritor feroz tras su apariencia. Lo digo porque no bien se sentó frente mío y prendí la grabadora, se me vino a la cabeza la imagen de un pájaro. De un ave rapaz. De esos que, aparte de tener una visión privilegiada, pueden cazar presas incluso más grandes que ellos mismos.

¿Qué autores influyeron en su literatura?

Muchísimos. En realidad todo libro que uno lee influye en la literatura que posteriormente hace. A mí me ha influido desde Arquíloco, que es un poeta griego, arcaico, que releo siempre, hasta los clásicos del siglo de oro, a quienes leo bastante a menudo. Y contemporáneos: Melville, Flaubert, Stendhal. Este último me ha influido muchísimo, aunque no se nota, porque sigo siendo muy malo y Stendhal es muy bueno.

Descríbame un día normal.

Es facilísimo. Me levanto a las siete de la mañana con un frío de perros. Yo vivo en una casa y mi mujer en otra, como a 10 metros de la mía, en otro edificio, pero en la misma calle.

¿Viven separados?

Vivimos cada uno en nuestra casa y estamos mucho mejor así. Llevamos 17 años juntos, y lo recomiendo vivamente, porque mi mujer es básicamente mi amiga. Entonces hay un respeto por las libertades del otro absoluto. Bueno, me levanto a las siete de la mañana, mi casa es una especie de covacha espartana. Lo primero que hago es encender el ordenador, luego me dirijo a la cocina, pongo un agua a calentar, luego voy al baño. Después voy a la cocina y me hago una infusión de manzanilla, vuelvo al ordenador y me pongo a trabajar, en el acto, inmediatamente. Son como las 7.10 y de ahí trabajo hasta las 10 de la mañana, 10.30 a lo más, que es cuando voy al correo, veo mi apartado, veo si hay cartas, compro el periódico, vuelvo a casa e intento trabajar un poco más. A las 11.10 u 11.20 vuelvo a salir y me voy a buscar a mi hijo al colegio que sale a las 12. Siempre soy el primero en llegar, hay una plaza al lado del colegio y aprovecho para leer el periódico, algún libro. Mi hijo sale a las 12 y volvemos a casa, esta vez a la casa de mi mujer. Le hago la comida al niño, me hago la comida a mí mismo y estamos hasta las 3 de la tarde. Entonces lo vuelvo a dejar al colegio, al turno de tarde, y generalmente espero a mi mujer en la misma plaza del colegio. Mi mujer sale a las 3 de trabajar y nos volvemos juntos a casa. Todo esto teniendo en cuenta que vivo en un pueblo pequeño, Blanes, a una hora y cuarto de Barcelona. Es un pueblo costero, un balneario, pequeñito. Bueno, con mi mujer nos volvemos caminando, conversando, a veces nos metemos en un bar a comer un bocadillo o a tomar algo. Ella se va a su casa, yo me voy a la mía. Si estoy en pleno trabajo de escritura duermo una siesta y cuando me despierto sigo escribiendo. Mi hijo sale a las 5 de clases, lo va a buscar mi mujer, y a eso de las 6 voy a casa de mi mujer, estamos juntos, hacemos la cena, luego tal vez salimos, pero generalmente alquilamos un video. Nos cuesta mucho ir al cine, sólo vemos películas infantiles en el cine, pero películas de adultos pocas veces, porque con quién dejamos al niño. Volvemos a casa después de alquilar un video y dar una vuelta por Blanes. Hacemos la cena, vemos el video, el niño se duerme y el resto es pornografía. Mira, yo creo que un escritor con dos horas intensas, diarias, tiene de sobra.

¿Y cuánto es lo que más ha escrito?

Veinte páginas.

¿Y eso cuánto tiempo le tomó?

Ocho, o nueve horas, pero no es todos los días. Cuando más trabajo es cuando corrijo, y ahí sí que puedo estar muchísimas horas y es horrible. Para mí es muy agradable escribir, lo que no es nada agradable es corregir.

¿Muy autocrítico?

Lo soy bastante. Leer algo que has escrito tú, y leerlo por décima vez es horrible, cada vez te va pareciendo peor…

¿Elije usted los temas para sus relatos o estos se imponen inevitablemente?

No, los elijo yo. También eso es ambiguo, porque al principio los elijo yo, pero poco a poco se van imponiendo ellos de alguna manera. Digamos que el relato es una montaña y en esa montaña hay una casita pequeña, pero es una casita pequeña con un simple detalle. Y de repente la mirada se va acercando a la casita. Y te acercas poco a poco a esa casita porque hay algo en esa putañera casita que te empieza a atraer misteriosamente sin que previamente lo hayas planeado, y resulta que esa casita hiede a cadáver a la medida que más te acercas. Es como el cuadro de Cézanne La casa del ahorcado, no sé si lo conocéis, es una pintura en donde se ve una casa en la Provenza, y no se ve nada más, se ve una casa y unos árboles, y tú comienzas a ver ese cuadro y de repente hay una ventana vacía en donde tú dices "ahí se suicidó". En el cuadro no hay ninguna figura humana, pero el dolor humano, la soledad humana está absolutamente reflejada de una manera que provoca pavor.

Después de tantos años fuera de Chile, ¿cuál es el juicio que tiene usted del escenario cultural?

El juicio que tengo es que todo el mundo aquí escribe, porque me encontrado incluso a una Miss Chile que escribía cuentos. ¡Sí, fue increíble! Fui a un programa de televisión y primero salía una ex Miss Chile y me dijo "Ah, tú has sido jurado en un concurso de Revista Paula, yo iba a mandar un cuento, pero no lo pude acabar, pero lo acabaré el año que viene", y yo no sabía que era una ex Miss Chile y escribe, fue realmente increíble. Y luego me han contado lo de los talleres literarios en las cárceles. Aquí hay seis talleres literarios funcionando en seis cárceles distintas. Todos los presos escriben, y en el concurso Paula se presentaron más de mil cuentos. Me parece que es una especie de enfermedad única en el mundo la que tiene Chile. Tal vez si los sicoanalistas estuvieran al alcance de la mano, el 80% de las personas que escriben se psicoanalizarían.

En su relato "Joanna Silvestre", la protagonista dice que cuando un hombre tiene tiempo está atrapado y con él se puede hacer lo que uno quiera.

Sólo a ella se le ocurren esas cosas, que es sin duda una mujer muy hermosa y es uno de mis mitos sexuales y lo que diga ella yo lo reafirmo.

Uno de sus personajes en su novela La pista de hielo admite ser lento o a veces muy rápido en el trabajo, sin embargo nunca abandona ¿Es así usted?

Bueno, en mi caso no me ha quedado más remedio. Yo he tenido una vida muy azarosa, pero muy, muy azarosa y hubiera podido abandonar en muchísimas ocasiones, pero nunca he abandonado, porque abandonar también en mi caso hubiese sido suicidarme. Yo creo que uno hace cosas de forma natural, porque no hay más remedio que hacerlo y mi relación con la literatura es esa. Yo escribo literatura haga lo que haga y he hecho de todo, todos los trabajos del mundo.

Como guardia de camping.

Ese tal vez fue mi mejor trabajo. Yo siempre he pensado que mi vocación natural, digamos, era ser vigilante de camping, porque fui muy bueno. En el camping en que trabajaba nunca robaron, y realmente yo no vigilaba: me ponía a dormir. Era una telepatía, una fuerza… Al momento de ponerme a dormir tenía una chaqueta de cuero realmente maravillosa, de esas que sólo se hacen en New Jersey, de piloto de la II Guerra Mundial, pero corta, entonces el frío era tan grande que si me ponía la chaqueta me helaba arriba y abajo. Entonces inventé un sistema, el sistema de los indios australianos. Ellos se cortan la circulación de las extremidades y se dejan sólo la circulación del tronco y la cabeza. Y al cortar la circulación, lo único que te pasa es que se te duermen los brazos y las piernas, entonces no sientes frío porque la sangre corre en un circuito mucho más pequeño, y lo que yo hacía era cubrir mi cabeza con la chaqueta, que era corta pero potente, y al tener la cabeza en una grado de sofocación total, el resto del cuerpo más bien como que agradecía el frío. Por supuesto que amanecía en la mañana con los miembros dormidos, y antes de ponerme a dormir decía: "Nadie va a robar este camping" y era súper agradable, porque todo el mundo pensaba que yo era el vigilante ideal.

¿Se siente partícipe de esta llamada Nueva Narrativa Chilena?

La verdad es que no, pero tal vez por otro lado sí. Es decir, generacionalmente soy uno de los más viejos de la Nueva Narrativa Chilena, bueno más viejo es Sepúlveda.

Pero usted no es viejo…

¡Gracias! ¿Quieres tomarte algo? Bueno, sigamos, partícipe no me siento, pero generacionalmente digamos que hay una proximidad, estamos en una misma franja de edades y somos chilenos, hay dos puntos en común claros, pero partícipe de una cierta estética, de un cierto proyecto literario común, para nada. Me siento cercano a algunos latinoamericanos como Avilio Estévez que es cubano, al mexicano Juan Villoro. Villoro, para mí, es uno de los mejores novelistas de mi generación y un escritor desde todo punto de vista admirable. Me siento cercano de Enrique Vila-Matas, de Javier Marías. Me siento cerca de Rodrigo Rey Rosa, guatemalteco que es muy bueno también, y de Cesar Aira, el argentino, o de Alan Pauls y Juan Forn. En fin, hay una serie de escritores en lengua española de los que me siento muy próximo. Respecto de la Nueva Narrativa Chilena, creo que el adjetivo "nueva" no se corresponde, porque no hay ningún veinteañero.

¿Y Alejandra Costamagna?

Bueno, comencé a leer un libro de Alejandra Costamagna y me parece notable. Hay dos narradoras que yo destacaría en la "joven" narrativa chilena, que son Costamagna y Lina Meruane. Yo creo que las dos van por caminos disímiles, pero en las dos veo una potencia literaria fuerte.

¿Y de los autores mayores?

Bueno, no los he leído y no me interesa la verdad.

¿Y Fuguet?

Fuguet tiene cierta ternura que lo hace por momentos entrañable. Hay instantes en los que estoy leyendo a Fuguet y noto una especie de fragilidad en el autor, en lo que está escribiendo y sobre todo en la relación autor-escritura. Sí, en ese especie de flujo entre la escritura y el autor hay una fragilidad que a mí me resulta entrañable. Yo creo que Fuguet es un fantasma, pero puede ser una excelente persona. Hay algo en Fuguet, lo más probable es que si conociera a Fuguet me caería fatal, pero en mi experiencia de lectura me parece entrañable. Aquí me han hablado mucho de Fuguet, de sus historias y todo eso.

¿Y Carlos Franz ?

A Carlos Franz le leí En algún lugar del paraíso, no está nada mal esa novela. Manejamos estéticas bastante distintas, pero es una novela muy, pero muy bien construida y eso es mucho decir. Es la única novela chilena que he leído de principio a fin y, además, me interesa qué hará Carlos Franz después, porque es de alguna manera difícil lo que le espera a Franz, porque no puede seguir por esa misma línea de forma, porque es una forma agotada totalmente en la literatura mundial. El hace su ejercicio en esa novela y el ejercicio le queda bien, pero no puede repetir ese ejercicio, porque de lo contrario se hundirá.

Vargas Llosa dijo que "ciertas personas hacen de la literatura una especie de actividad decorativa o complementaria, en una vida que está dedicada a otros quehaceres, o hacen de la literatura un instrumento para obtener prestigio o poder". ¿Cuáles son las consecuencias cuando esto ocurre?

Las consecuencias cuando eso ocurre, que suele ocurrir muy a menudo, mucho más a menudo de lo que uno piensa, es la miseria de la literatura. Por eso la literatura es tan humorística y miserable al mismo tiempo, porque está llena de gilipo-llas, pero llena, llena, llena. Te encuentras gilipollas cada dos por tres. La literatura es como ir en la selva, que estás en plena jungla y sólo oyes gritos de monos, chillidos, y en la literatura es lo mismo, sólo que en vez de esos monos delirantes hay escritores.

¿Qué consejos darías a un aspirante a escritor?

Le daría el consejo que nos dábamos los jóvenes infrarrealistas en México. Cuando teníamos 20, 21 años, teníamos un grupo poético, y éramos jóvenes, mal educados y valientes. Nos decíamos: vivir mucho, leer mucho y follar mucho.

Tomado del diario La Tercera

martes, 6 de abril de 2010

CINE: ABRAZOS ROTOS


Otra vez Almodóvar!. Nuevamente una película del director español me ha conmovido, por el giro que toma la película que va de menos a más. Luego de un inicio poco alentador, que no llenaba mis expectativas, la típica historia de una joven necesitada que se amarra con un viejo millonario para salir de una emergencia de dinero y termina como su amante.
Una mujer, Magdalena (Penélope Cruz) enloquece con su belleza a Ernesto un millonario celoso y maniaco, quien vivía su fantasía al tenerla a su lado. Ella, en cambio, sueña con ser actriz, es así como conoce a Mateo (Lluís Homar) un director de cine. Los dos se enamoran, comparten el tiempo del rodaje con su amorío, sin percatarse que sus vidas y romance es documentado por Ernesto hijo, el cual llevaba todas las grabaciones a su padre, manteniéndolo al tanto de los detalles de aquel idilio.
Invadido por los celos, el viejo maniaco, destruye la obra de Mateo, al estrenar la película con tomas de mala calidad, mientras los amante habían desaparecido para evitar el acoso del Ernesto padre.
Mateo, quien se hace llamar Harry decide regresar a Madrid, en compañía de Magdalena, para conocer que sucedía con la película, de repente son embestidos por un auto, Lena muere y él queda ciego.
Judit la compañera de trabajo de Mateo y profundamente enamorada del director, atormentada por la amargura, decide contar todo lo sucedido cuando ellos estaban ocultos, de cómo Ernesto padre destruyó la película y de cómo ella lo traicionó.
Mateo al enterarse que Judit había guardado todas las grabaciones de la película, decide volver a producirla.
En la parte final se muestra una escena, bien lograda, de la película producida por Mateo, donde Almodóvar homenajea a una de sus mejores producciones “Mujeres al borde de un ataque de nervios”.
La actuación de Penélope Cruz, aunque no la mejor, es muy buena, como si existiera una perversa conexión entre los guiones de Almodóvar y la actriz. También me gustó mucho la actuación de Blanca Portillo (Judit).
Una película que describe las emociones humanas ¿Cómo se puede pasar? de la repugnancia a la pasión, de una vida llena de secretos y angustia a la verdad, del paraíso de una mujer ideal al infierno de los celos y la fatalidad, del amor no correspondido a la venganza.
El argumento de la película tiene algunos altibajos y le falta algo de fuerza, sin embargo, la forma y los recursos para transmitir aquellas emociones son de alguien con un don para crear y hacer buen cine.
Me quedo con aquello de terminar lo que se empieza aunque sea a ciegas!
Yarquero

lunes, 29 de marzo de 2010

FERNANDO VALLEJO: EL HOMBRE ES BASURA


"El hombre es una basura, un asco. Que se acabe"
Fernando Vallejo. Escritor. Publica ‘El don de la vida’, en Alfaguara
Vallejo cree en pocas cosas, que no sea la muerte. AFP
PEIO H. RIAÑO - 08/03/2010 08:02

Porque no cree en nada y dispara a todo lo que suene a poderoso es uno de los autores más sugerentes y polémicos. Ahora aparece El don de la vida, una novela protagonizada por alguien que piensa como el propio Fernando Vallejo (Colombia, 1942) y suena a testamento escrito desde el sarcasmo más lúcido.

¿Para qué sirve la literatura?
Para desenmascarar a los impostores y molestar a los tartufos. Eso a mí me produce un placer casi sexual.

¿Cuáles son los límites?
Que me maten.

¿Para qué ha quedado hoy la novela entre la muerte de lo visual y lo provocativo?
El único camino que le veo es el de la primera persona, el del narrador que habla en nombre propio y cuenta la verdad. No el del novelista omnisciente que inventa y miente.


¿Cuántas vueltas de crueldad y absurdo resiste la realidad?
La realidad es absurda, cruel, monstruosa, desquiciada, delirante, y sólo la Muerte [el autor la prefiere en mayúscula] nos libra de ella. La vida es una desgracia.


¿Es ‘El don de la vida' un ideario con traje de ficción?
El don de la vida no es más que un título con una aliteración de tres letras "d" dispersas en seis sílabas.


"Gandhi era un farsante que no fue capaz de dejarse morir de hambre"

¿Es ‘El don de la vida' un purgatorio?
De ser algo más que las seis sílabas que te digo con las tres "d", sería la providencia de Dios expresada en la bendición de la Muerte.

¿Cuál es su verdad?
Ninguna, es un engaño, un libro mentiroso.


En los diálogos del libro usted se arrincona sin pudor. ¿Es la muerte el espejo de uno mismo?
No, yo no estoy ahí. Ahí lo que hay es un loco dividido en dos, con el alma partida.


¿Para qué limpiar el alma, para ser Gandhi?
El alma es un espejismo de las neuronas y Gandhi era un farsante que no fue capaz de dejarse morir de hambre. Los que sí se dejaban morir de hambre eran los albigenses del siglo XIII, cuando llegaban a lo más alto de su perfeccionamiento espiritual.


Hay referencias a Heidegger y a su olvido, ¿filosofía para qué?
En sus 2.500 años de existencia la filosofía no ha hecho más que plantearse falsos problemas, problemas necios, insolubles, que embrollan más las cosas. De toda ella sólo salvo dos frases, la de Heidegger: "El hombre es un ser temporal y contingente lanzado entre dos nadas"; y la de Sartre: "El infierno son los demás".


Colombia no sale bien parada en el libro, ¿qué esperanzas tiene el país?
Colombia ninguna. Y España tampoco. Y como Colombia y España el resto de la humanidad. La especie del Homo sapiens está perdida. Hoy más que nunca. No tenemos salvación.

"Sólo la Muerte nos libra de la realidad. La vida es una desgracia"

¿Qué faltas suyas le suponen mayor indulgencia?
Durante buena parte de mi vida me comí a los animales: a las vacas, a los cerdos, a los pollos, a los peces... Y esa infamia mía no tiene perdón del cielo, me siento un criminal. Sólo en estos últimos años me he podido quitar de los ojos la venda moral que me puso el cristianismo y he logrado ver a esos animales que te digo como mi prójimo. Que es lo que no alcanzó a ver el loquito de Galilea.

¿Hay alguna esperanza de cambio para el hombre?
El hombre es un animal confuso, de mente cambiante y caótica que le hace creer que es la gran cosa pero no, es un pobre simio atropellador y mentiroso. El ser humano es una basura, un asco. Que se acabe.


¿El libro electrónico es un enemigo o un amigo?
No te preocupes por el libro electrónico, que no va a alcanzar a desplazar a otro porque antes explota esto. Esa es mi gran esperanza, la última que me queda, la de la gran explosión.

¿Cuál es el peor enemigo de la democracia?
La democracia es una alcahueta del delito, prefiero la tiranía.EL

lunes, 15 de marzo de 2010

Premio de novela La otra orilla 2010




Laotraorilla2010El Grupo Editorial Norma y la Asociación para la promoción de las Artes (Proartes) convocan a la sexta edición del Premio Hispanoamericano de Novela La otra orilla, prestigioso concurso que reconoce a aquellos escritores de habla hispana que, a través de una novela inédita, contribuyen al enriquecimiento del patrimonio cultural escrito.

Este año el jurado calificador estará integrado por tres destacados intelectuales de reconocida trayectoria: Santiago Roncagliolo (Perú), Mario Mendoza (Colombia) y Pere Sureda (España). El ganador del concurso recibirá un premio de US$100,000 y la obra ganadora será editada por el sello La otra orilla del Grupo Editorial Norma.

Los interesados deberán enviar sus obras hasta el 3 de mayo próximo. En el caso del Perú, los manuscritos deberán ser remitidos a las oficinas del Grupo Editorial Norma de acuerdo a lo señalado en las bases del concurso.

Cabe recordar que en las ediciones anteriores del premio La otra orilla los ganadores fueron: Santiago Gamboa (Colombia, 2009), Carlos Chernov (Argentina, 2008), Ariel Magnus (Argentina, 2007), Horacio Vázquez-Rial (Argentina, 2006) y Marco Schwartz (Colombia, 2005).

Efectos personales de Juan Villoro


Efectos personales, de Juan Villoro
por Leonardo Valencia


EL ENSAYISTA QUE SURGIÓ DE LA NARRACIÓN
Juan Villoro, Efectos personales, Anagrama, 2001, 249 pp.

Juan Villoro es muchas cosas: novelista, cronista, cuentista, apasionado por el fútbol y viajero. Fue otras muchas: sociólogo, traductor y diplomático. Promete continuar sus metamorfosis: no sabemos qué más llegará a ser. Pero fuera de esta gracia dúctil, se debería tener presente el centro que palpita detrás de su trabajo. En rigor, Villoro es una sola cosa: un narrador. Bailarán distintos contenidos en cada nuevo libro y nos parecerá distinto para seguir siendo el mismo. Lo importante es la mirada que asigna a lo narrado. Y una manera de acercarse a esta mirada —parcial como toda mirada— se encuentra en su libro de ensayos Efectos personales.
Esta recopilación de sus bienes personales de lector es también los efectos que han producido en él obras y personas, en una selección nada arbitraria y reveladoramente explícita que conviene leer como una secuencia porque en su disposición en tres partes (misteriosamente reducida a dos en el índice) el trayecto tiene un sentido. Desde Rulfo hasta Bernhard, pasando por Pitol, Schnitzler e Italo Calvino, Villoro hila un discurso donde el aire común de esta familia dispersa no es otro que la extrañeza frente a lo que de manera previsible se espera de su propia tradición —mexicana, hispana y de formación alemana— y que se reordena gracias a otra forma de leerla. La obra de Rulfo se nos revela con nitidez como el fruto de un extrañamiento en lengua española próximo a Kafka y al Barón Bagge de Lernet-Holenia. Al escribir sobre la obra de Alejandro Rossi, a Villoro le interesa destacar la escisión lingüística del desplazado como una situación que tensa su capacidad expresiva. Y de desplazados se compone la galería personal de Villoro. Dejando a un lado la aproximación a Augusto Monterroso, menos afortunada por previsible, lo más sugerente de la primera parte de este libro son los textos sobre Valle-Inclán, Goya y Carlos Fuentes. Destacar las falsificaciones de los localismos de Valle-Inclán en Tirano Banderas cumple la misma función de limpieza interpretativa aplicada a Rulfo: no someter el prestigio de la fuerza del estilo a lo evidente de las referencias. Es una defensa a ultranza del trabajo literario, donde todo es invención y coherencia luminosa del lenguaje. O bien lo contrario: desquiciamiento del lenguaje y multiplicación del prisma, como nos señala Villoro al vincular la mirada de Goya a la obra de Fuentes. Frente al tópico que nos presenta falsamente a Fuentes como gran portavoz de lo mexicano por el mundo, Juan Villoro prefiere ceñirse a algo menos declarativo y más de fondo que descubre en el autor de Terra Nostra: la relación compleja entre América Latina y España como un puente interrumpido por una negación mutua del otro y de su herencia.
Antes de entrar en la tercera parte del libro, Villoro hace un intermedio donde nos prepara para una nueva metamorfosis con un artículo sobre la traducción y otro sobre las peripecias de tener que demostrar fingiendo, para consuelo de europeos y ciudadanos del Primer Mundo con imaginación inquieta, que América Latina todavía puede ser el punto de contraste para mirar, allá, en las utopías del atraso, la satisfacción, aquí, de los confortables e inocuos beneficios de la sociedad del bienestar y la razón. ¿Beneficios? Villoro pasa a territorios del Primer Mundo con su mirada de traductor, es decir, de quien vive en lo provisional y lo que descubre es el espanto y la voluntad de extrañamiento: la saga de los desplazados también está condenada en Europa, desde la Italia de Calvino a la Austria negada por Bernhard. Schnitzler es elegido para mostrarnos que no sólo los trópicos son tópicos: en la tradición germánica no todo es tan sesudo ni tan Musil, Mann o Broch, y las delicias de la levedad también forman parte de su patrimonio. Se remarca la condición de Calvino como autor que abandona progresivamente el neorrealismo literario en pro de un pathos de la distancia donde el yo narrativo, una vez conquistado en la tradición occidental, debe empezar a abandonarse para explorar nuevos territorios de conocimiento. Y aquí debo señalar que esta revisión de la obra de Calvino resume el planteamiento de fondo de este libro, en el sentido de que no existe un yo "esencial" en la perspectiva de un escritor, sino un cúmulo de efectos personales, azarosos y provisionales, que funcionan a modo de combinatoria con resultados imprevistos.
Entre las ideas que de sus autores personales espiga y acota Villoro, no podían faltar los fulgurantes detalles que nos revelan a un ensayista surgido de la narración. Descubrir golosamente una palabra como indicio en la Lolita de Nabokov, o un recurso idiomático del alemán que explica la particularidad del procedimiento narrativo de Bernhard, revelan la perspicacia de un autor que no busca extraer sólo una idea de una obra sino las verdades dispersas en las partículas luminiscentes de su lenguaje. Efectos personales conforma un itinerario calculadamente señalado cuya lectura nos aproxima, más que a las distintas posibilidades de los autores predilectos de Villoro, a un autor que se esconde y que lo barniza todo con una gracia de estilo donde la sugerencia de un adjetivo cobra valor interpretativo. Podemos no estar de acuerdo con la visión de Villoro sobre los autores que analiza, pero no podemos dejar de leerlo porque se apoya también en otras bases: en la calidad de su prosa y en esa civilizada forma de autobiografía que sugería Wilde al respecto de la crítica. Civilizadísima forma la de Villoro, sin perder la compostura mientras se mueve por escenarios culturales tan distintos, con un toque de gracia en el lenguaje que nos devuelve una elegancia incompatible con la polémica fácil y la aridez académica. Visitados los padres literarios, ahora toca perder la compostura entre los contemporáneos. -

Tomado de Letras Libres