domingo, 29 de agosto de 2010

HUILO RUALES Y SU LENGUAJE FRONDOSO Y FLORIDO




De acuerdo al comentario de Iván Egues, este escritor ibarreño: “se niega a adoptar el lenguaje neutro que impone la globalización”. Después de leer algunos de sus cuentos fechados hace más de una década, así como un par de recientes notas de su autoría publicadas por una revista de alta circulación, puedo dar fe de que es verdad. Los escritos de Huilo Ruales tienen su marca: el lenguaje de barrio setentero trasplantado directamente al papel sin cortes ni censuras. Calca expresiones coloquiales, acuña nuevos términos, y, como si fuera poco, hasta nueva ortografía. ¿Seguridad en su estilo o pereza creativa? Juzgue usted. Lo cierto es que, este rasgo característico de su escritura, a mi modo de ver, implica cierta limitación para aquel lector que no está familiarizado con la jerga popular ecuatoriana, no me refiero únicamente al lector foráneo, sino también a las nuevas generaciones cuyos códigos orales cambian permanentemente. De cualquier manera, no se puede negar que dentro de este estilo, logra un alto grado de expresividad. Construye personajes y situaciones verosímiles que atrapan la atención.

¡Qué risa, todos lloraban! es un cuento humorístico narrado en primera persona por su personaje central: El payaso, un adolescente desgraciado por su incontrolable capacidad para hacer reír. La descripción minuciosa de los seres que rodean a este chistoso incurable es, sencillamente, genial. El lector casi puede palpar los cerdosos cabellos de la Mudadelia o respirar el fresco aliento de la bella Nieves. La narración arranca fácilmente risas y hasta carcajadas a través de cada una de sus páginas. Personalmente, me metí en la historia y la disfruté de principio a fin. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de las notas escritas para la revista Mundo Diners, que empiezan de un modo desenfadado bastante interesante dentro del contexto de la revista, pero, a medida que avanza, el señor Ruales parece extasiarse en su florido argot, haciendo gala de un palabrerío inútil, que pasados algunos párrafos empieza a empalagar.


HUILO RUALES BIOGRAFIA

Huilo Ruales Hualca (1947, Ibarra, Ecuador). Suscitador de grupos y talleres literarios. Narrador y poeta. Ha publicado: Y todo este rollo también a mí me jode (Cuentos, Editorial El Conejo, Ecuador), Loca para loca la loca (Cuentos. Editorial Eskeletra), Fetiche y Fantoche (Cuentos. ediciones PUCE), Historias de la ciudad prohibida (Cuentos. Colección Antares), Maldeojo (Novela, Editorial Parásito, España), Cuentos para niños perversos (Relatos, Ediciones Cuarto creciente).Poesía: El ángel de la gasolina (Editorial Eskeletra). Tres de sus piezas de teatro han sido llevadas a escena: Añicos (Grupo Malahierba, Quito, Ecuador); El que sale al último que apague la luz (Groupe La Piscine, Dunkerke, Francia); Satango (Groupe Cornét a Dés. Toulouse, Francia).

Su novela Maldeojo ha sido traducida al alemán (Editorial Horlemann).

Ha obtenido varios premios entre los que se destacan : Premio hispanoamericano Rodolfo Walsh (1982) Premio Ultimas noticias (1984). Premio Joaquín Gallegos Lara (1987) Premio nacional de literatura Aurelio Espinoza Pólit(1994).

La versión alemana de Maldeojo fue una de las dos obras latinoamericanas seleccionadas para integrar Literatureklub del año 2000 (Colección en lengua alemana de Literatura No-Europea)

Consta en innumerables antologías.

Coordinador de talleres literarios en Francia

Hasta pronto,

Bernarda Gui
bernardagui@gmail.com

jueves, 12 de agosto de 2010

HERRERA UNA VOZ DEL TECNO SURREALISMO



Pedro Herrera pinta con el ratón del ordenador, y obtiene formas psicodélicas en unos casos, o montajes sugerentes en otros

Su estilo se bate entre la contemporaneidad y lo clásico. Su idioma es el píxel, y toda la textura infinita que se puede lograr con este elemento, sumado a temáticas figurativas y otras abstractas de la pintura de siglos anteriores.

Pedro Herrera pinta con el ratón del ordenador, y obtiene formas psicodélicas en unos casos, o montajes sugerentes en otros. Son las dualidades, la comparación, la superposición de objetos, los animales, arquitectura, todo lo que inquiete al artista y que luego de ser fotografiado pasa a su computadora para el proceso creativo. Un cuadro muy logrado es un desnudo femenino que nos muestra en primer plano las inquietantes formas de la vulva, junto a la epidermis llena de rojo vino.

Esta exposición recoge cuatro facetas del trabajo pictórico de Herrera. En ciertos casos las imágenes virtuales, que tienden más al abstracto, simulan al agua en su constante fusión con la tierra y su movimiento de fluidez. “Quiero trabajar sobre el agua para cuestionar a dónde estamos llegando”, afirma.

El color del píxel
El color no está dentro de la máquina, sino que parte de la mancha pintada de manera natural y que es digitalizada en base al original. Es un instrumento más. Para el artista es más sorprendente entrar en el mundo virtual, no trabajar con los pigmentos, sino con el rojo, azul y verde, colores luz que le permitirán mayor expresividad y posibilidades tonales que los pigmentos. Por ende, la impresión tiene que ser controlada para lograr los objetivos. Esta tecnología es revisada con minuciosidad.

El resultado: colores muy luminosos que le dan, muchas veces, vibraciones de cierto modo cibernéticas. Fusiones de colores muy controlados, pero que evocan la civilización y la modernidad digital y su lenguaje binario.

En cuanto a sus temáticas, el artista no quiere caminar por los senderos lógicos, sino en el más oscuro y placentero mundo de los sueños y el subconsciente. “Estoy en lo onírico, en lo subjetivo, porque es otra forma de vida paralela a lo real. Ahí aparecen ciertos símbolos que son decodificados y luego puestos en el cuadro. Somos seres pixelados, y tenemos que entrenar a los ojos para ver estos mundos, estas imágenes; es lo que se viene”, comenta Herrera.

No es un obsesionado por la tecnología, pese a que se le podría tildar de tecno artista. Éste, su proceso, es tan válido como sentarse horas frente a un caballete.

La genética como temática
La información genética es otro tema que lo inquieta. “Hay mucha información que arrastramos a lo largo de los siglos y que se la puede exteriorizar por alguna fobia. Por ejemplo, cráneos que se ven en medio de océanos o desiertos. Es la muerte como cadena que une a las civilizaciones a lo largo de los siglos”. Herrera acabó de exponer en importantes galerías en Estados Unidos y Canadá. Ahora se podrá observar en Quito, cuadros con su particular técnica. (EFU)