lunes, 8 de abril de 2013

Pedro Gil y sus infiernos


Tomado de hoy.com.ec   
Publicado el 07/Abril/2013 | 00:47
Por: Marco Antonio Rodríguez*

analisis@hoy.com.ec
Pedro Gil lleva a cuestas una criatura sabia y taciturna, tumultuosa y desgarrada. Pedro no habla, musita. ¿Su voz sofocada y su laconismo se deben a su imposible timidez? Pedro masculla, pero siempre dice su verdad: espléndida y corrosiva, ácida y fulminante. Hace tiempo halló en la palabra la única manera de sobrevivir. Así fueron saliendo de su talento creador: Paren la guerra que yo no juego (1989), Delirium tremens (1993), Con unas arrugas en la sangre (1997), He llevado una vida feliz (2001, antología que incluye Los poetas duros no lloran), Sano juicio (2003) y crónico (Poemas del siquiátrico Sagrado Corazón - 2012).

La vitriólica mofa de Pedro Gil (Manta, 1971) la enfila hacia esos diosecillos ambulatorios que fungen de poetas o escritores, y van y vienen por cenáculos y certámenes, ahítos de vanidad y vacuidad, aunque también la esparce —agua bendecida por todos los demonios— sobre la vida y la muerte, el amor y el olvido, la paz y la guerra, la tierra y el sueño, la justicia y la miseria, la fe y la esperanza, el hombre y la mujer, Dios y las vírgenes, y otras hierbas malsanas…

Pedro va a los tumbos por la vida, absorbiendo las ultimidades de la condición humana y, de sus incesantes aventuras existenciales, sale siempre con una serie de cabezas sangrantes, trofeos de su feroz cacería: sus poemas. Muy pocos como él se arriesgan a hurgar en los infiernos humanos con tan desaforado ahínco. O —si lo quieren— en nuestros esperpénticos infinitos, los más irrisorios, los más inútiles (espejos en los cuales nos rehusamos a vernos). Exploración a fondo de él mismo y nosotros; acerba crítica de nuestros valores y creencias, encuentro con los conocidos-desconocidos, los otros yo que se borran y se transforman en una inmensa mueca de burla; poesía de los andurriales, de los espacios mal alumbrados en los que se mueven —espectros vacilantes y ebrios— los álter egos de una humanidad que nunca estuvo cerca de merecer su nombre. En la poesía de Pedro Gil, creación y destrucción se unimisman, puesto que lo que afirma entraña la disgregación de lo que las convenciones sociales tienen por verdadero, 

íntegro, sagrado o inmutable.

Qué pequeños se ven la mayoría de sus poetas contemporáneos si se comparan con la perversa poesía de Pedro Gil. Pero no se trata de comparar, sino de lamentar las poses de los poetas ‘coronados’ o ‘comprometidos’ (de ayer y de hoy), con el poder en sus multivarios y risibles rostros, en tanto que él vive autoexcluido, bastándole el venablo abrasador de su poesía, su palabra asfixiante y virtuosa, su palabra flagelante, pero también luz de minero. Palabras que son o simulan zozobras, desafueros y conjuras.

* Narrador, ensayista

 

miércoles, 3 de abril de 2013

Dávila Vázquez: textos de la Pasión


Presentación de un poeta ecuatoriano 

 
Dávila Vázquez: textos de la Pasión
 
 “Todos los seres humanos tenemos en algún momento necesidad de orar, y lo hacemos de distinto modo. Yo lo he hecho en este libro”. 
17 DE MARZO DE 2013
 
CONVICCIÓN DE CRISTIANO
Completamos el acercamiento a la poesía que Jorge Dávila Vázquez ha dedicado al Cristo de los evangelios. Y si en algún poema de otra serie el escritor de la ecuatoriana ciudad de Cuenca señala: “El silencio:/ no ausencia de/ la palabra,/ anunciación/ del Verbo”, posteriormente, en el citado poemario  “La palabra, el silencio”  (2004), íntegramente dedicado a la temática bíblica, deja expresa constancia que los poemas acopiados en él, constituyen “un público acto de fe, y también un conjunto de mínimas plegarias y meditaciones. Todos los seres humanos tenemos en algún momento necesidad de orar, y lo hacemos de distinto modo. Yo lo he hecho en este libro”.

Agrega que su madre, ya fallecida cuando escribió el libro, fue quien desde el primer momento le hizo conocer los misterios del Señor. Pero no siente congoja por su ausencia, como resalta en la declaración final de su sentido preludio: “Mi convicción de cristiano es que nunca nos ha abandonado y que un día nos habremos de reunir nuevamente en el amoroso y cálido seno del Padre”.

LA TUMBA VACÍA Y OTROS POEMAS
Como hecho curioso, este pasado viernes recibí una amplia antología de Jorge Dávila Vázquez,  El temblor de la Palabra  (Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 2009, pp. 370), con selección realizada por Santiago Vizcaíno. Me lo trajo hasta Salamanca, debidamente dedicada, el excelente poeta Bruno Sáenz Andrade, de quien ya di cuenta de su poesía dedicada a lo Divino.

Grato presente de Jorge, quien estos días debe estar volando a París, al Salón del Libro, en representación de los escritores de Ecuador, junto con mi buen amigo Javier Vázconez, narrador de prestigio.

Ahora les dejo con cuatro textos de Jorge Dávila, un poeta cuyo pensamiento cristiano late en sus versos, pues siente la llama que alimenta y trasciende. Él va desde la bíblica zarza hasta las sorprendentes revelaciones de Juan de Patmos; él viene si alardes de bonanzas, mostrando lo que aquilata en su alma.

Mi abrazo y mi gratitud por su valentía de no esconder su entrega a Jesús.

CORONA
 No de metal precioso
 ni con gemas o
 símbolos.

 Tejida apenas
 de punzantes zarzas
 entre risas
 gritos
 y pinchazos

 “He aquí una corona
 para el rey”, deben
 haber dicho
 los soldados
 medio ebrios.

 Y la hundieron
 en tus sienes
 buscando
 la palabra
 de protesta
 la queja,
 golpeándola
 a que penetraran
 las espinas.

 ¿Y qué dijiste Tú?
 Nada.
 Lacerado,
 los finos hilos
 de sangre
 bajando por tu rostro,
 seguías en silencio.
 Es el principio
 debes haber pensado
 en el momento en que 
 te ciñeron un manto
 y pusieron una caña
 en tus manos como cetro.

 La befa comenzaba.

STABAT
Junto a la cruz de Jesús
estaba su madre...

 Y junto al lecho
 del pequeño
 que suda
 se estremece
 se queja.

 Siempre
 junto a la cruz del hijo
 cuando él muere
 de una pena indecible 
 de un dolor de la vida
 de unas flagelaciones
 del destino
 y una corona
 de espinas y de sueños
 inútiles.

 Siempre, allí,
 a tu lado, su lado, nuestro lado,
 pues todos somos Cristo.
 Lacrimosa, sí,
 pero firme, hasta el fin:
 el grito desgarrado,
 las tinieblas,
 el tercer día,
 la resurrección.

 LA TUMBA VACÍA
 Si Cristo no ha resucitado
 nuestra fe no tiene valor
 ni sentido,
 grita encendido Pablo.

 Nos aferramos a su palabra
 definitiva
 ardiente
 faro y antorcha
 en la sombra de los tiempos,
 la incertidumbre
 el miedo...

 Vamos hacia el encuentro
 del hombre-Dios que volvió
 de la muerte
 tan cambiado
 que los suyos
 no lo reconocieron:
 los de Emaús, María, Pedro...

 Vamos hacia Él,
 el Señor de la vida
 no el hombre de la muerte.

 Su sepulcro
 vacío
 es nuestro signo,
 nuestra fe inconmovible
 nuestra esperanza
 de resucitar
 también
 con Él un día.

PENTECOSTÉS
 Tu fuego, Espíritu Santo
 penetró de tal manera
 el barro y la madera
 de que estaban hechas
 esas buenas gentes
 que amaban, seguían,
 y, a veces, aun negaban
 al Rabí,
 que su incendio no ha podido
 apagarse en veinte siglos. 
Tomado de ALETHEIA, revista Evangélica de Teología

lunes, 1 de abril de 2013

Hernán Rivera Letelier


(Talca-1950)



Escritor chileno que se auto define más bien como contador de historias. Huérfano de madre a temprana edad, minero en su juventud; dice que empezó a escribir por hambre, ya que descubrió su vocación a partir de un concurso de poesía en el que el premio era una cena para dos. En la actualidad es uno de los autores más leídos de Chile. Narrador y poeta, ha sido premiado repetidas ocasiones dentro y fuera de su país . Estos son algunos de sus premios:

  • Premio del Consejo Nacional de Libro 1994 en la categoría obra inédita por La reina Isabel cantaba rancheras
  • Premio José Nuez Martín 2001 (Chile) por Los trenes se van al purgatorio
  • En el año 2001 es nombrado Caballero de la orden de las letras por el ministerio de cultura de Francia
  • Premio Arzobispo Juan de San Clemente 2001 (España) por Fatamorgana de amor con banda de música; Premio Alfaguara de novela 2010 por El arte de la resurrección.
  • Premio al Mérito Literario Internacional Andrés Sabella 2012 (Feria Internacional del Libro Zicosur (Antofagasta)
Presentamos así mismo un listado de sus obras:


  • Poemas y pomadas (1988).
  • Cuentos breves y cuesco de brevas (1990).
  • La reina Isabel cantaba rancheras (1994).
  • Himno del ángel parado en una pata (1996).
  • Fatamorgana de amor con banda de música (1998).
  • Donde mueren los valientes (1999).
  • Los trenes se van al Purgatorio (2000).
  • Santa María de las flores negras (2002).
  • Canción para caminar sobre las aguas (2004)
  • Romance del duende que me escribe las novelas (2005).
  • El fantasista (2006).
  • Mi nombre es Malarrosa (2008).
  • La Contadora de películas (2009).

El arte de la resurrección (2010).