lunes, 27 de septiembre de 2010

Receta para fabricar best sellers criollos


1.Seleccionamos un público objetivo numeroso y vulnerable (en este caso estudiantes, de escuela colegio o universidad, no importa, funciona con cualquiera que este necesitado de buenas notas)
2.Contratamos escritores, no es necesario que sean excelentes, pero si tienen que estar dispuestos a trabajar a la medida, (personajes de acuerdo al target, situaciones ídem, temas de moda y por supuesto el tinte moralista para agradar a las generaciones que desembolsaran el precio)
3.Hacemos la pre venta, es decir, negociamos con los profesores de la patria, para que “sugieran” a los alumnos el material de lectura del ano lectivo, a cambio de puntos.
4.Ponemos los libros en los estantes y nos dedicamos a vender los libros, pre vendidos como pan caliente

Este artificioso sistema de motivación a la lectura que utilizan las editoriales en complicidad con los centros educativos, ha dado lugar a que en los últimos años se cree un espejismo sobre la realidad literaria de nuestro país. Resulta que de buenas a primeras tenemos una generación de escritores best sellers, que entre tantos aplausos y cocteles se olvidan que su supuesto “éxito”, no es más que el producto de la coacción ejercida sobre indefensos estudiantes. Cuán honesto es el reconocimiento con bombos y platillos a estos autores que, siendo francos, han vendido su mediocridad por dinero fácil y cinco minutos de fama; al contrario de lo que sucede con el escritor verdaderamente comprometido con el oficio, cuyas obras por lo regular son ignoradas tanto por los medios como por el gran público.
Al parecer esa es la tendencia del mundo globalizado, estandarizar los conceptos, la moda, la política y hasta la literatura, así que no nos sorprendamos tanto.

Quizá el sistema deja mucho que desear, quizá los maestros podrían recurrir a mejores métodos, es cierto, sin embargo tampoco dejemos de reconocer el lado positivo de este dudoso asunto: el anzuelo de los referentes propios para pescar nuevos lectores funciona. No es raro encontrar chicos de trece o catorce años que hablen con entusiasmo del último libro de María Fernanda Heredia, Alejandro Ribadeneira, Edgar Alan García. Aunque nos pese decirlo, nuestros jóvenes están aprendiendo a leer gracias a iniciativas mercantilistas como esta, es un gran punto a favor en un país que siempre ha carecido de lectores. En fin, nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira.

Bernarda Gui
bernardagui@gmail.com

viernes, 17 de septiembre de 2010

ENRIQUE VILA-MATAS


Enrique Vila-Matas nació en Barcelona en 1948. En 1968 se fue a vivir a París, autoexiliado del gobierno de Franco y buscando mayor libertad creativa.
Se hizo escritor tratando de imitar a otro autor, que consideraba raro "del que no había leído una sola línea pero del que conocía en detalle todas sus rarezas, el polaco Witold Gombrowicz". Cuando finalmente leyó a Gombrowicz "pude advertir que no me parecía en nada a él, y descubrí de paso que había desarrollado una voz propia y singular".
Vila-Matas publicó su primer libro: "La asesina ilustrada" en 1977, desde entonces no ha dejado de escribir quizás porque, según ha dicho él mismo, “escribir es corregir la vida, es la única cosa que nos protege de las heridas y los golpes que da la vida.”
A partir de 1985 empezará a ser reconocido, con su libro Historia abreviada de la literatura portátil. Publica a continuación Una casa para siempre, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos, libros de relatos. Recuerdos inventados es una antología de sus mejores cuentos. Se pasa a continuación al género novelesco con obras como Lejos de Veracruz, Extraña forma de vida, El viaje vertical, Bartleby y compañía y El mal de Montano entre otras. En 1992 había publicado una colección de artículos y ensayos literarios bajo el título de El viajero más lento, a la que siguió en 1995 una segunda entrega, El traje de los domingos. Otras libros que contienen ensayos literarios: Para acabar con los números redondos (1998), Desde la ciudad nerviosa (2000), Extrañas notas de laboratorio (2003, publicado en Venezuela), Aunque no entendamos nada (2003, publicado en Chile), El viento ligero en Parma (2004, publicado en México, reeditado en 2008 en España), Y Pasavento ya no estaba (2008, publicado en Argentina). Sobre su experiencia parisina escribió París no se acaba nunca (Barcelona, 2003). En 2005 aparece Doctor Pasavento que gira en torno al tema de la desaparición y "la dificultad de no ser nadie". Este libro cierra su trilogía metaliteraria sobre las patologías de la escritura (Bartleby, Montano, Pasavento).
En septiembre de 2007 regresa al cuento y publica en Anagrama "Exploradores del abismo". En 2008 publica Dietario voluble, donde se decanta cada vez más por una fórmula que borra las fronteras entre la ficción, el ensayo y la biografía. El libro es un diario literario o especie de guía que permite vislumbrar la arquitectura interna de su obra y que combina las experiencias de lectura, las experiencias de vida, la memoria personal y las ideas literarias de un ensayista. En 2010 ha vuelto a la novela con Dublinesca, que trata de un editor en crisis: "Era un personaje de ficción, con algún punto en común conmigo. Cuando lo convertí en editor ya era una mezcla de muchos editores que he conocido".
Sus obras son mezcla de ensayo, crónica periodística y novela. Su literatura, fragmentaria e irónica, diluye los límites de la ficción y la realidad.
Actualmente es uno de los narradores españoles más elogiados por la crítica nacional e internacional, aunque los premios y el reconocimiento en España le han llegado tardíamente. Sus obras han ganado premios en Venezuela, España, Francia, Chile e Italia.


viernes, 10 de septiembre de 2010

HOMBRE MIRANDO AL SUDESTE



Película de Eliseo Subiela, 1986.

La historia de un paciente de un hospital siquiátrico quien dice venir de otro mundo, con una misión en la tierra la de ayudar a los más necesitados, los excluidos además de estudiar el cerebro humano. Terminará por confundir al médico tratante, quien se involucra con el paciente y con una mujer única persona que lo visitaba.
La película consta de una serie de diálogos magistrales entre el médico y el paciente, donde este último deja sin palabras al médico con sus argumentos poniéndolo en una encrucijada entre la locura y la condición humana y su comportamiento.
¿Cuál es el mejor lugar para decir la verdad?, un hospital siquiátrico, vaya problema. Más aun cuando el paciente resulta ser un hombre brillante que maneja un conocimiento por arriba de cualquier persona, hablamos de música, matemáticas, medicina, física y, un especial poder de convencimiento, muy bien utilizado para poner a todos los internos del hospital a favor suyo y convertirlos en seguidores de su predicamento, se imagina usted, un líder y consejero de un grupo de locos.
El problema puede plantearse de la siguiente manera: quienes son los locos, los que se pierden en su mundo y en la mayoría de casos no le hacen daño a nadie o los que juzgan y condenan al resto a una vida de sufrimiento y penar y qué decir de aquellos que saben que no son felices y aceptan su condición viviendo de una manera invisible para sí mismos.
Que si estaba loco o no se lo deja abierto, aférrese a lo que le dicta su percepción y su manera de pensar.
También se merece destacar la escena de la Sinfonía de Beethoven y el Himno a la Alegría, es conmovedora llena de un gran impulso y sentimiento épico, ganas de pararse y seguir al grupo de internos.
Quizás faltó un poco de calidad en el rodaje y/o en la edición de la película, ahora habrá que preguntar con que presupuesto se contaba, una muestra más que en Latinoamérica se hace buen cine, pero generalmente faltan recursos económicos.
Como epílogo podemos mencionar, los comentarios que K-PAX (2001) es una copia (plagio) de esta película.
Yarquero

jueves, 2 de septiembre de 2010

Jorge Luis Volpi



Nació en Ciudad de México el 10 de julio de 1968, perteneció a la llamada generación del crack.

Ha cultivado principalmente la novela y el ensayo. Su primera producción novelística agrupa A pesar del oscuro silencio (1993), La paz de los sepulcros (1995) y El temperamento melancólico (1996) y las novelas cortas Días de ira (en el volumen Tres bosquejos del mal, 1994), Sanar tu piel amarga (1997) y El juego del Apocalipsis (2000).

Su reconocimiento ha venido, sobre todo, a raíz de la denominada Trilogía del siglo XX. Dicha trilogía comienza con En busca de Klingsor (Seix Barral, 1999) con la cual obtuvo los premios Biblioteca Breve, Deux Océans-Grinzane Cavour, y el de mejor traducción del Instituto Cervantes de Roma en 2002. Esta obra supuso su consagración internacional al ser publicada en veinticinco idiomas. Completó la trilogía con las novelas El fin de la locura (Seix Barral, 2003. En donde habla del mayo francés y de las teorías utópicas de la época) y No será la tierra (Alfaguara, 2006. Esta novela se enmarca en el fin del socialismo y en el proyecto Genoma Humano), recientemente traducida al francés, alemán, griego e inglés.

En 2008 publicó "El jardín devastado", mezcla de memoria, ficción y aforismos.

Además ha cultivado el ensayo con obras como La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968 (1998) y La guerra y las palabras. Una historia intelectual de 1994, donde aborda la Revolución Zapatista. En 2008 publicó diversos ensayos sobre el arte de la novela reunidos en el volumen "Mentiras contagiosas", que en 2009 le valió el Premio Mazatlán al mejor libro del año.

En junio de 2009 le fue concedido el II Premio Debate Casa de América de Ensayo por su libro "El insomnio de Bolívar". En este libro Volpi aborda temas polémicos como la evolución de la democracia, los líderes de la región, el narcotráfico y los asuntos locales que trascienden las fronteras. El jurado que le otorgó el premio en un comunicado menciona que valoró el modo inteligente y seductor de plantear este recorrido desde un trabajo ampliamente documentado, que escapa al tono académico y contribuye, con humor e ironía, a la mejor comprensión de todo el continente.

En agosto de 2009, obtuvo el Premio José Donoso, creado por la Universidad de Talca, en Chile, por el conjunto de su obra.

Se dice que Volpi se interesa más por el fondo que por la forma, su estilo es frío y desinteresado de todo lo que no sea hacer llegar el mensaje. Sus obras están dirigidas a un lector culto, y trasciende en ellas el gusto del autor por la política y el mundo de la ciencia.

En una entrevista publicada en la Revista Quórum, 19, Volpi menciona lo siguiente: “Yo escribo porque empecé a escribir, casi como una anécdota. Un día, cuando estábamos en la preparatoria —teníamos 16 años—, un amigo mío, Eloy Urroz, que también es escritor y miembro de Crack y que ya para entonces escribía poesía, me dijo: ¿por qué no escribimos un cuento? Cada quien el suyo, claro. Lo escribí y descubrí que eso era lo que me gustaba hacer. No creo que en mis inicios haya mucho más que eso.
… hubo un momento en que descubrí que la escritura era esencial en mi vida y que no podría cancelarla, aunque nunca me haya considerado un escritor profesional ni quiera ganarme la vida escribiendo. Yo escribo porque lo necesito y, al mismo tiempo, porque me gusta, me trastorna y no tengo manera de dejar de hacerlo.”